Jueves, 07 Julio 2016 08:18

Sencillamente impresentable

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La Sra. Cristina Elisabet Fernández dijo que dolarizó sus activos porque no sabe lo que el gobierno va a hacer con la economía. ¿Perdón?, ¿qué dolarizó sus ahorros en defensa propia porque no sabe lo que un gobierno va a hacer con la economía...?

 

 

¿Y qué habría que decir de la señora del cepo, de la inflación del 1000%, del cierre de la economía, de la persecución de ciudadanos con perros por la calle, de la que encabezó -junto a su esposo- un proceso económico que terminó con un país con el 30% de pobres, sin estadísticas públicas, llevando el billete de máxima denominación del país al representativo de U$S 7, con un drenaje formidable de divisas, sin crédito internacional y en default?

 

¿No había argentinos que, con todo derecho, se les antojara protegerse contra “ese” gobierno convirtiendo sus activos a dólares? ¡Pero claro, el que lo hacía en aquel momento, bajo el manto del gobierno nacional y popular, era un cipayo, cuya cabeza había sido colonizada por la cultura yanqui del dólar, un deleznable al que había que perseguir y escrachar!

 

¡Resulta que ahora la señora se dolariza porque se quiere proteger! ¡Mira vos qué bonito! ¡Envolvémela para regalo por favor que la quiero tener en mi mesita de luz! ¡No tiene vergüenza esta mujer!

 

Encabezó el gobierno más corrupto de que se tenga memoria en doscientos años de historia, se robó hasta el agua de los floreros, dio lecciones sobre argentinidad a quienes, siguiendo un primitivo instinto de supervivencia, querían protegerse de tanta locura y ahora resulta que se tira en palomita a los brazos de Benjamin Franklin. Es genial.

 

Si el descaro, la demagogia, la caradurez, la soberbia, la incoherencia, fueran delitos como lo son el robo, el enriquecimiento ilícito, el fraude y la asociación ilícita, Fernández hace largo tiempo que debería estar presa. Su persona es una especie de compendio humano de la hipocresía, de la falsedad, del cinismo.

 

¿Con qué autoridad moral nos dio lecciones de argentinismo durante años, los mismos que usó para forrarse de dólares producto del uso del Estado para su beneficio personal?

 

Resulta francamente increíble que esta señora siquiera tenga UN seguidor que la defienda. Nos ha defecado en la cara de todos, empezando, claro está, por los argentinos más pobres a quienes les sacó el dinero de su bolsillo con el cínico argumento de ayudarlos. ¿Y ahora se hace la perseguida y la que tiene que tomar precauciones con su dinero porque no sabe adónde va la economía? ¡Por favor...!

 

Antes de poner a buen recaudo ese dinero protegiéndolo bajo un signo monetario como la gente, la señora debe explicar cómo lo hizo, de dónde lo sacó, cómo fue que se hizo millonaria habiendo trabajado toda la vida para el Estado con sueldos de funcionario público. Esa es la primera explicación que debe dar, no por qué cuernos dolarizó sus ahorros. Ese debería formar parte de las decisiones privadas de las personas, el mismo tipo de decisiones que Fernández prohibió durante su gobierno, bajo el argumento de que, tomándolas, los argentinos atentaban contra la Argentina.

 

Aquí la única que atentó contra la Argentina fue ella, convirtiendo al país en una especie de fenómeno inexplicable a nivel mundial y a punto de caer en el mismo abismo que Venezuela. Ese sí que ha sido un atentado; un verdadero sacrilegio.

 

No dejó nada en su lugar y nada en paz. Lugar que tocas, lugar que está podrido. Ventanilla que investigas, ventanilla en la que se robaba. Ni a los conventos les tuvieron respeto.

 

Fernández, por su propio bien, no debería glosar su vida. Debería dedicarse a demostrar cómo fue que hizo su fortuna. Por suerte estamos, ahora  sí, en un país libre, que no le pone una etiqueta troquelada a la gente según sea lo que haga o las decisiones que toma. Así que si logra demostrar que sus millones son bien habidos a nadie debería interesarle si los dolariza o no los dolariza: para eso existe un librito -que la señora no debe haber leído nunca- que se llama “Constitución de la Nación Argentina” que dice que las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan las moral ni las buenas costumbres están exentas de la autoridad de los magistrados.

 

Cristina Elisabet Fernández quiso ponerse por encima de esa regla y dictar la vida de todos, juzgando, de acuerdo a su propio criterio, lo que estaba bien y lo que estaba mal, sin permitir el ejercicio de la libertad que ahora reclama para sus decisiones económicas personales. Seguramente debe creer que ella pertenece a un tipo humano diferente al nuestro y que a ella debe concedérsele el ejercicio de derechos que, sin embargo, ella tiene el poder de negarnos a nosotros.

 

Es hora de que los argentinos que aún no se han sacado la venda de los ojos lo hagan cuanto antes. Así termina la defensora de los pobres y la acusadora de los ricos: nadando en millones y comprando dólares. El colmo del cinismo sería que dijera que lo hizo porque ahora se puede. Sencillamente impresentable. 

 

Carlos Mira

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