Marcos Novaro
Cada vez más disgustada con las torpezas de Alberto Fernández y sus funcionarios, la jefa aprovechó un “acto de unidad” para señalar hacia dónde rumbeará el gobierno el año que viene.
Pocos gremios lograron empardar la inflación del 2020, y casi ninguno recuperar algo de lo perdido en 2019. Contribuyen igual a la calma social, para salvar sus obras sociales y su lugar en el oficialismo.
La oposición se debate sobre la mejor forma de frustrar los avances del oficialismo sobre las instituciones. La experiencia acumulada en la década pasada puede que no sea una guía adecuada.
Aunque la Vicepresidenta ni nombró al Presidente en su balance, la carta la dedica a reprocharle a él y a los jueces que sigan “persiguiéndola”. La única solución para ella es destruir por completo el Poder Judicial, empezando por la Corte.
Naturalizar la muerte es esperable en una sociedad apabullada por las tragedias. Y es útil para un gobierno que no hace las cosas bien y se lava las manos de todo.
Naturalizar la muerte es esperable en una sociedad apabullada por las tragedias. Y es útil para un gobierno que no hace las cosas bien y se lava las manos de todo.
Alberto cumple un año en la presidencia sin nada que festejar, pero manteniendo la iniciativa y la unidad de su partido, su refugio para sobrevivir a la tormenta.
El gobierno se apura a lograr un récord de despropósitos antes de cumplir un año. Fracasó esta semana en el intento de enviudar de un héroe popular. Y como hace siempre, descargó su frustración en Larreta y volvió a anunciar la vacuna.
Atravesar el duelo por su muerte iba a ser una prueba para todo lo que de Maradona tiene nuestra sociedad, y también nuestro gobierno. Enésima prueba de que es mala idea mezclar fútbol y política
La educación se ha venido politizando de la peor manera, pues muchos docentes creen cumplir mejor su función cuando “les bajan línea abiertamente” a sus alumnos. Conviene no desatender las razones que esgrimen.
En la última semana quedó bien a la luz dónde se toman las decisiones, o por qué no se toman y los problemas se estiran. Alberto así no puede convencer al FMI, ni a los empresarios, ni a nadie.
El gobierno gestiona un ajuste salvaje sobre sus adversarios. Puede que, como otras veces, combine éxito político y desastre económico, con la idea de que “la política peronista da lo que los mercados quitan”.
La misión está aprendiendo cómo funciona, o mejor dicho no funciona, el Frente de Todos: con cada funcionario que habla se hace una idea distinta de para dónde quiere agarrar el gobierno.
El ministro de Economía sobreactúa para una negociación rápida. La vice y el presidente conspiran tomando distancia por carta o hablando de otra cosa. Vacunas, aborto: todo es bueno para disimular.
La “mayoría ya casi automática” que integran Lorenzetti, Maqueda y Rosatti, con el acompañamiento en esta ocasión de Highton, finalmente hizo lo que se esperaba, y se temía.
La vice aprovechó el recuerdo de Néstor para abandonar su silencio de esfinge, llamar a un acuerdo sobre el dólar y repartir reproches a todo el mundo, incluido Alberto.
La devaluación es ya un hecho, y sin plan, se volverá uno catastrófico. Un poco tarde, piden plata al FMI. Pero tendrían que ofrecerle cambios que Cristina Kirchner seguirá rechazando. ¿Hay salida?
En todos los frentes al mismo tiempo, la pandemia, la economía y la Justicia, le están cobrando a Alberto Fernández sus malas decisiones y peores ideas.
¿Cuánto tiempo más tiene? Muy poco. Mejor que lo use para cambiar de políticas y la relación con Cristina, porque ella ya ni lo reconoce como instrumento.
Perseguir a “los malos y mentirosos” es algo que las democracias se abstienen de hacer: conduce a cazas de brujas en las que se violan masivamente derechos, o la autoridad pública se suicida. Pero los K no aprenden.
Queriéndolo o no, vacía el poder del Presidente. Se vio en el enredo venezolano y se ve en la economía. Es hora de que deje de reinar desde el Olimpo y meta los pies en el barrio. Este lío lo armó ella, que lo arregle.
El deterioro del gobierno acelera la disputa electoral: oficialistas y opositores esperan el regreso a las urnas para que les den la razón. ¿No es mucho esperar? ¿Podrán esas elecciones destrabar la política argentina?
En su hora de mayor debilidad, el gobierno necesita que el Frente de Todos le inyecte nuevas energías. Varios lo están intentando. Pero todo depende de Cristina.
Ahora, deberá avalar expresamente la ofensiva contra los jueces de la causa Cuadernos o plantarse y frenar al oficialismo. ¿Repetirá lo que hizo ante el “vamos por todo”?
Nuestro Presidente es fusible de su vice. Pero uno que ella no puede usar sin correr enormes riesgos. Así que va a tener que esforzarse para hallar una salida a la crisis.
El conflicto por reiniciar la educación presencial en CABA muestra a un gobierno nacional indiferente a los estragos que la cuarentena provoca en la juventud. ¿Los electores más chicos seguirán igual votando a los K?
No da la cara por la salud, ni por el dólar, ni por la pobreza. Duhalde le da consejos que se niega a escuchar. Así que Cristina Kirchner manda en lo que le interesa y en lo demás no manda nadie.
El superávit de dólares es inédito: más de 15.000 millones. Pero se fuga casi todo ante un gobierno que genera un creciente caos económico. ¿Se viene una “guerra contra los ricos”?
Se suman frentes de conflicto y fuego amigo a un cuadro de crisis cada vez más complejo. Alberto Fernández y Kicillof parecen impotentes para marcar un rumbo y crear confianza.
El Congreso, la Justicia y el Ejecutivo bailaron al ritmo que impuso la jefa. Alberto acompaña con entusiasmo, para disimular su rol de “presente griego” y su pérdida de identidad.
Se sabía que era más amiga de los derechos de los delincuentes que de los de sus víctimas. Pero ahora se sabe también que está dispuesta a ir más allá.
La receta es la misma: si llegan malos tiempos, esconder la cabeza, hablar de otra cosa, ignorar las críticas. Nunca, hacerse cargo más que de los éxitos.
¿Por qué, aunque la vicepresidenta moldeó a su gusto la reforma judicial en el Senado, no es suficiente para garantizarle impunidad? Se lo hizo saber al presidente, con el estilo brutal de siempre.
El mandatario avanza sobre las empresas de telecomunicaciones con un mecanismo de control que ni siquiera la expresidenta se había atrevido a usar cuando estaba en el poder.
Según el presidente y sus funcionarios, manifestarse contagia. Pero sólo a los que lo hacen en su contra. La infinidad de ceremonias en que él y sus amigos violaron la cuarentena serían inocuas.
Al presidente le encanta hacer trucos de magia: acaba de hacer aparecer una vacuna, que aún no existe, y desaparecer la cuarentena, que sigue extendiéndose. En economía el abracadabra es más difícil.
En su afán por construir enemigos indeseables, el oficialismo desconoce que en los últimos 40 años fue el peronismo el que moldeó la Justicia Federal.
El Presidente y el gobernador bonaerense subieron en las encuestas cuando empezó la cuarentena, pero después bajaron. El jefe de gobierno porteño, por ahora, es un caso distinto.
Mejor tarde que nunca. El acuerdo con los bonistas puede ser mejor que el de 2005, gracias a las reglas de acción colectiva de los bonos. Pero la salida, “sin plan” y sin viento de cola, pinta más difícil.
El Presidente abandona su máscara moderada y se apura a descargar los fallos de la cuarentena en los moderados de la oposición y la sociedad: "No me miren a mí, son ellos los que contagian".
Las pantanosas “soluciones” del presidente para garantizar impunidad, igual que sucede con la deuda, ofrecen un motivo de esperanza: va a hacernos perder mucho tiempo, pero es probable que se evite lo más grave.
El uso de la ciencia para justificar la política entró en crisis. Los becarios del Conicet denuncian “1500 despidos”, mientras los médicos asesores pierden influencia y se sumen en desacuerdos.
El presidente dice no creer en planes, sólo en metas. Pero tampoco las enuncia, y todos los días levanta otro ladrillo de desconfianza en torno suyo.
Relación con empresarios, Venezuela, Pacto con Irán, no hay resignación del presidente que alcance para calmar al kirchnerismo duro.
El humor y el odio que promueve la vicepresidenta son bien curiosos: ambos se emparentan con la burla y la humillación que, por ser ocurrentes, suelen pasar por inteligentes
El presidente propuso “terminar con los odiadores seriales” ante una protesta contra sus políticas. Periodistas oficialistas acompañaron desmintiendo que haya persecución o amenazas contra sus pares críticos. ¿Volvemos al 2008?
El presidente insistió en sus críticas al sistema financiero. En vez de usarlo en su favor, dice querer “reformarlo”. Así, el kirchnerismo sigue desgastándose y desangrando al país en una pelea absurda.
¿Un equilibrista que espera su oportunidad, un sometido sin carácter para definir un perfil propio, un ultra pragmático? Las encuestas hablan cada vez más de confusión e incertidumbre.
Controles superficiales y a veces absurdos conviven con un descontrol profundo en el conurbano. La situación de La Matanza es crítica, denuncia la Diócesis de San Justo.
Pidieron confianza, un bien escaso porque se informa mal sobre testeos, y se los gestiona aún peor. Y porque el peor daño económico, la mortandad de empresas, supera ya el récord de 2001/02.