Carlos Mira

Cuando el otro día, en la entrevista con Tucker Carlson, Javier Milei -repitiendo la frase de Milton Friedman sobre que el gran aporte de los empresarios a la sociedad era ganar dinero- dijo que con eso no alcanzaba y que esa franja privilegiada de la sociedad debía respaldar a aquellos que defendían los principios por los cuales sus emprendimientos y empresas eran posibles porque de lo contrario la prédica socialista prevalecería y sus empresas estarían en peligro, me parecía estar escuchándome a mí mismo cuando, a principios de los 2000 -ya con Kirchner en el gobierno- repetía hasta el cansancio esa misma idea en mis reuniones con empresarios para entusiasmarlos a que sus empresas respaldaran la prédica por la libertad que trataba de difundir en mis programas.

La Argentina tiene con el nacionalismo idiota una cuestión con la que tropieza casi a diario. Muchas veces parecería que no hay tema que se salve de ser pasado por ese tamiz. A tal punto que no son pocos los que, antes de emitir una opinión públicamente, verifican si la misma supera la prueba ácida del nacionalismo, porque si no la superan muchos podrían considerar que es mejor callar.

El delincuente terrorista Fernando Vaca Narvaja, asesino montonero de los años ’70, condenado por la Justicia e indultado por Menem en aras de un supuesto proceso de “reconciliación nacional”, dijo, el día en que Victoria Villarruel rindió homenaje a muchos de los que él asesinó, “nuestro pueblo está construyendo la línea de trinchera por la cual no van a pasar. Nosotros venimos a repudiar a la casta económica, a los verdaderos responsables de lo que nos está pasando al país (sic), los grupos económicos concentrados, diversificados (sic) aliados de la oligarquía aliadas al imperio. Eso que se llama ‘círculo rojo’, que se llama el ‘mercado’, son los verdaderos responsables del genocidio del terrorismo (sic) en la Argentina”.

Durante el fin de semana largo se registraron violentos saqueos en comercios y supermercados de Neuquén, Mendoza, Córdoba y Jujuy. Todas esas provincias tienen un ostensible denominador común: no están gobernadas por el kirchnerismo.

Aníbal Fernández -un impresentable cuyas guasadas se superan a sí mismas intervención tras intervención y que uno no sabe bien si cuando habla lo hace movido por una impunidad que le impide ver los disparates que dice o si realmente los cree- acaba de decir en relación a los triunfos de Javier Milei y de Patricia Bullrich que si lo que lo que ambos dicen que van a hacer es lo que van a hacer, “eso solo cierra con represión y que van a tener sangre en las calles”.

El salvaje asesinato de Morena cometido en Lanús cuando la chiquita de 11 años llegaba al colegio, inmediatamente desenpolvó varios hechos, que si bien habían tenido trascendencia en su momento, ayer recobraron una indignación generalizada.

Ya son suficientemente conocidas las diferencias entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta respecto de la cuestión de la “fuerza”, la “decisión” o la “velocidad” que deben tener los cambios. Incluso son conocidas también las diferencias entre ellos respecto del mismísimo concepto de “cambio”.

Ayer nomás comentábamos aquí mismo esta idea del país bi-ideológico, con un enfrentamiento irresuelto entre dos concepciones sobre la vida y el mundo que vienen empatando sus disputas casi desde que el país nació y con una incompatibilidad tal entre ellas que se hace imposible encontrar una diagonal conciliadora.

Jugar a hacerse el bolche revolucionario cuando sabes que no te jugas nada, es fácil. Cuando tenés tu vida resuelta y sos millonario, andar haciendo disparates por la vida te puede sonar divertido.

La Argentina “inauguró” un gasoducto (parece mentira que un conjunto de payasos sea exitoso en la tarea de hacerle creer a un número importante de argentinos que, por el hecho de darle unas vueltas a una manivela, el gas empezó a correr por un tubo que, 40 metros más hacia la derecha terminaba en la nada misma) que lleva el nombre del principal responsable de aplicar una política que dejó sin gas al país. Son las paradojas que se da el gusto de tener un país paradójico.

El kirchnerismo se negó a derogar la ley de alquileres. La norma que hundió la oferta de propiedades y está condenando a centenas de miles de argentinos a pagar precios exorbitantes por sus departamentos, a otros tantos a no encontrar donde vivir (o lo que es peor, enfrentar el desesperante momento de un vencimiento de contrato sin poder renovarlo y no encontrar otra propiedad dónde mudarse) y a los propietarios a deshacerse de sus propiedades porque no pueden alquilarlas y les resulta demasiado oneroso mantenerlas, seguirá vigente simplemente porque un conjunto de dogmáticos, estatistas, arruinadores seriales de la vida de millones se les ocurrió que el credo socialista está por encima de la realidad cotidiana de personas que no encuentran dónde vivir.

Massa ha empezado su campaña con un sello distintivo. Es más, creo que no podría haber arrancado esta carrera hacia la presidencia con algo que sea más característico de él que aquello que justamente eligió: mentir.

La maniobra del gobierno de intentar tapar el crimen del Chaco armando un caos social en Jujuy contra la reforma pro-república y anti-feudalismo de la Constitución provincial que auspicia el gobernador Morales, resulta tan grotesca que ni siquiera debería dedicársele un comentario.

Emerenciano Senna es un piquetero comunista chaqueño que, con el aval del feudalismo provincial encabezado por Jorge Capitanich, manejó vastos recursos públicos al estilo de Milagro Sala en Jujuy, recursos que incluso le permitieron izar la bandera cubana en un colegio de la provincia, usar la imagen del Che Guevara como escudo de ese establecimiento  y adoctrinar en ese caldo de rencor la mente de chicos inocentes (que usan guardapolvos rojos) que fueron formateados quizás para siempre en el resentimiento, el odio y la envidia.

La Argentina -o una parte importante de su actual gobierno, al menos- está jugando una vez más con fuego frente a una contienda internacional cada vez más visible.

El manejo de campaña de JxC desde hace un año a esta parte seguramente se anotará en la historia política cuando ésta sea contada de aquí a uno años como el más grande desquicio que un ganador seguro de unas elecciones pudo protagonizar contra sí mismo para, justamente, poner en riesgo ese triunfo.

La Argentina va a tener que tomar más temprano que tarde una decisión crucial.
Una decisión que tiene que ver con su sistema de vida.

La Argentina tiene una larguísima tradición de procrastinar. Procrastinar es el hábito de posponer para “una mejor ocasión” o, simplemente, “para mañana” lo que no quiere hacerse hoy.

Alberto Fernández se autopercibe chalchalero. Y en ese carácter ha decidido empezar una despedida en continuado de su sillón de presidente. Y digo así, “sillón de presidente”, porque en realidad, “presidente” nunca fue. Siempre estuvo a las órdenes de la verdadera dueña del gobierno, Cristina Fernández de Kirchner. Porque más allá de los evidentes y hasta groseros esfuerzos que el kirchnerismo haga para despegarse de este desastre, éste fue SU gobierno, el gobierno del kirchnerismo, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Uno de los tantos ministros impresentables de éste, el peor gobierno de la historia del país, Gabriel Katopodis, acaba de decir una gran verdad: “Hace un año la oposición ganaba caminando y hoy están partidos en mil pedazos”.

El viejo mito de la política dice que el “hijo” debe matar al “padre” para así dar nacimiento a un nuevo liderazgo. Algunos recuerdan que eso es lo que hizo Alfonsín con Balbín, Duhalde con Menem, Kirchner con Duhalde y así en una infinidad de ejemplos que muestra la historia argentina.

“Que Dios y la Patria te lo demanden”, dice la consabida frase del juramento constitucional de diferentes cargos en el gobierno, desde el mismísimo presidente hasta ministros y otros funcionarios.

Lo que ocurrió con el secretario de seguridad de la provincia de Buenos Aires en uno de los tantos límites que La Matanza tiene con la Ciudad de Buenos Aires, luego de que dos asesinos mataran a un colectivero en Virrey del Pino, es una muestra en pequeño del grado de disolución al que el kirchnerismo y toda la runfla de progresismo inútil al que la Argentina ha estado expuesta en los últimos 20 años, han llevado al país.

Lo que ocurrió en Rosario, en donde unos sicarios balearon el frente de uno de los supermercados de la familia del suegro de Lionel Messi, dejando un mensaje mafioso para el mismísimo astro del fútbol en el que le avisaban que lo estaban esperando y que el intendente no iba a poder protegerlo, fue una especie de gota de rebasó el vaso de la paciencia y les abrió los ojos a algunos que, aún hoy, increíblemente, estaban dormidos.

Confieso que este comentario referido al discurso del presidente en el Congreso para inaugurar un nuevo periodo de sesiones ordinarias es uno de los más difíciles que me ha tocado escribir desde que The Post tiene contacto con ustedes.

El presidente se trasladó a Chaco, la que él definió como la provincia modelo para la Argentina (la que reproducía en pequeño lo que el peronismo sueña para el país todo) para inaugurar el ciclo lectivo 2023.

Uno no sabe, francamente, si el presidente es o se hace. Aun a riesgo de escalar una serie de reclamos internacionales se monta en un avión y se dirige a una base en la Antártida en donde se jacta de la extensión soberana del territorio argentino apoyado en un suelo discutido por al menos una docena y media de países, mientras, por otro lado, se la pasa regalando a un invasor trucho extranjero enormes porciones de tierras que sin lugar a ninguna duda son argentinas.

Andrés Larroque, alias El Cuervo, es quizás el emblema más perfeccionado de una increíble campaña oficial que, en materia de embustes, supera todos los buzones que el kirchnerismo ha vendido hasta ahora.

A veces uno se pregunta si Cristina Fernández de Kirchner será un holograma. Es más, otras veces uno traslada esa duda a todo el kirchnerismo. Rápidamente la mente regresa a la constatación del mal que la ex presidente y ese conjunto de voraces perseguidores del poder le han hecho al país y se da cuenta que no, que tanto ella como sus secuaces son una triste realidad.

Las últimas horas han sido una verdadera colección de disparates declarativos que, cuando uno los pone todos juntos, no sabe muy bien si quienes los dicen se han puesto de acuerdo para contribuir a la furia generalizada o si realmente se creen las mentiras que propagan.

Sabemos que nos mienten.
Saben que nos mienten.
Saben que sabemos que nos mienten.
Sabemos que saben que sabemos que nos mienten,
Y aun así siguen mintiendo.

- Alexander Solzhenitsyn

Como por arte de magia, como si después de un lapso en el edén, todas las carencias del país hubieran regresado, los “movimientos sociales” volvieron a crear un caos de tránsito en la ciudad.

El día que vea a un norteamericano lanzarse al mar para
huir hacia Cuba; o a un alemán occidental irse a Alemania
Oriental, o a 8 millones de kirchneristas irse a pie
a Venezuela, ese día, estaré dispuesto a admitir las
bondades del socialismo.
- Carlos Eguía, periodista

Martín Tetaz, diputado de JxC, admitió, sin rodeos, que si la coalición no tiene un acuerdo de algún tipo con Javier Milei en la provincia de Buenos Aires, Kicillof podría ser reelecto.

La intervención de ayer de la diputada Marisa Uceda (FdT-Mendoza), en la comisión de juicio político de la Cámara de Diputados, fue una especie de síntesis de la ignorancia a la cual está sometida la sociedad argentina teniendo a estos burros sentados en los lugares donde se deciden los destinos de todos.

La rarísima habilidad que el peronismo en general y Alberto Fernández en particular tienen para deshacerse de las culpas por lo que ocurre y para cargar por las responsabilidades de eso a cualquier otro menos a ellos mismos, es francamente notable.

Existe una confusión larvada entre quienes incluso critican, se oponen y hasta denuncian la avanzada patotera del peronismo con brigadas ilegales de camisas negras para controlar los precios.

El presidente Fernández tiene esas cosas que uno no sabe si las hace porque es un perfecto idiota o un perfecto cínico. Las hace sin que nadie se las pida. Eso es lo que desorienta. Habla, difunde en redes sociales mensajes de un contenido tan fácilmente rebatible que, realmente, uno se pregunta en qué está pensando o qué lo lleva a incursionar en semejantes desatinos.

Lo que ha ocurrido en Brasil debe ser un llamado de atención sobre los problemas que la democracia liberal está teniendo para llevar un mensaje claro a la población sobre cuáles son los valores en los que se basa y cómo funciona el sistema para, de ese modo, sacar de él lo mejor que tiene, esto es, elevar la condición social de la enorme mayoría de la población y hacerlo de una manera tal que las infaltables (y necesarias) diferencias entre los seres humanos no sean visualmente percibibles de modo autoevidente sino que, siendo todos diferentes, parezca que son todos iguales.

La Corte Suprema aplicará al caso que enfrenta a la Ciudad de Buenos Aires con el Estado Nacional un calmante largamente conocido en la historia del Tribunal: el paso del tiempo.

Tal como cualquiera que conozca la Argentina alumbrada por el peronismo y retroalimentada por el kirchnerismo podía prever, el país no pudo disociar la alegría de la autodestrucción.

La insaciable pulsión autoritaria del peronismo no cesa. Y no cesa pese a los extraordinarios avances que ha conseguido en base a mantener vigente ese impulso animal de ir por todo.

Es increíble, pero el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner logra superarse a sí mismo en materia de barbaridades institucionales, incluso cuando uno cree haber visto todo.

Hay ciertos actos de los que se pueden extraer conclusiones indirectas de enorme fortaleza. En materia de creerse por encima de todos, superior a todos, ajenos a la ley, y por encima de las decisiones de la Justicia, lo que ocurrió ayer en la Casa Rosada con Ginés González García es uno de los ejemplos de mayor potencia de los últimos tiempos en ese sentido.

El “orgullo de la Argentina” celebró la voladura de las Torres Gemelas en New York en septiembre de 2001.

La palabra “mala” cuando se refiere a una persona parece estar reservada para la terminología de los chicos.

Si hay alguien que representa cabalmente al kirchnerismo fuera de Cristina Fernández de Kirchner es, sin dudas, Gabriela Cerruti.

Como estaba previsto el peronismo anunció que no acatará el fallo de la Corte Suprema que declaró inválida la elección de Claudio Doñate como consejero de la magistratura en representación de la segunda minoría del Senado.

Si hay algo en lo que el kirchnerismo ha sido excelso es en borrar de la faz de Tierra franjas enteras de tiempo.

Parece mentira que una señora cuyos conocimientos en general y económicos en particular son muy escasos y muy limitados tenga, sin embargo, el poder de decidir qué se hace en la Argentina.

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