Carlos Berro Madero
Que la “micro” sí, pero la “macro” no. Que la imagen negativa de fulano versus la positiva de mengano. Que la tasa de interés alta. Que la inflación contenida solo parcialmente. Que el derrumbe (¿circunstancial?) del crecimiento no permitirá pagar las deudas ¡en 2020! (futurología estilo Fu Manchú). Que Cristina se presenta, o que no. Que los intendentes de la Provincia de Buenos Aires prefieren a Macri o a Cristina. Que los gobernadores de provincia se “cortan” solos. Que los precios suben (mientras pocos resaltan que la nafta, el dólar y el riesgo país bajan).
El pueblo venezolano ha comenzado a experimentar la fase de “exterminio final de la libertad” merced a la fuerza de una ideología de inspiración soviética en general y la tesis política dominante de su gobierno en particular, que tuvo siempre entre sus objetivos obtener el poder y afirmarse en él sine die.
Que los argentinos estamos en problemas desde hace años no es una novedad. Más bien habría que agregar que no hemos descuidado un instante en crearlos cuando no los había a la vista.
Nuestra insigne “arquitecta egipcia” (Cristina dixit), se ha ido sumando poco a poco -y con total desparpajo-, a la izquierda radicalizada, envuelta como siempre en sus blusas de seda natural, alhajas costosas, uñas cultivadas, extensiones capilares y alguno que otro “toquecito” estético que logre borrar la malignidad de un rostro que, aunque sonría, mantiene los ojos en llamas frente a sus interlocutores.
Cuando una historia nos conmueve especialmente dejándonos estupefactos por las tragedias que encierra, solemos recurrir al humor para recobrar el espíritu.
Muchas desmesuras conceptuales, consisten en el intento para deformar la realidad por parte de aquellos que buscan “interpretarla”, utilizando una suerte de moralina propia de “misioneros divinos”.
Ya hemos escrito antes de ahora sobre la similitud existente en algunos rasgos negativos de las personalidades de Cristina Fernández y Elisa Carrió en el plano emocional.
“La política es un tema
de ignorantes y de sabios;
unos mienten con sus labios,
otros creen en su lema”
-José Luis Calderón, poeta dominicano
Una mezcla de abulia e inseguridad, provoca que muchos individuos necesiten canalizar sus proyectos personales a través de quienes les prometen cumplir con sus expectativas, utilizando un discurso donde campean la magia y la fabulación, sostiene la psicoanalista estadounidense Karen Horney.
Así suelen definir el futuro muchos psicólogos y psiquiatras clínicos que tratan los casos de ansiedad en individuos que se dejan “capturar” obsesivamente por acontecimientos que no están en la “agenda del día”.
El peronismo ha demostrado ser con el tiempo una gran abstracción; un sentimiento interior de un tipo de individuo que suele concentrarse en los propios pensamientos, apartando de los sentidos y de su mente la realidad inmediata.
En estos días azarosos de la política nacional, hemos vuelto a recordar la frase con que comenzamos las presentes reflexiones, que nos fuera “legada” por don José María Monner Sans en alguna de sus clases inolvidables del Colegio Nacional de Buenos Aires de los 50.
El desamparo social en el que van quedando millones de ciudadanos en el mundo por falta de medios de subsistencia, en un escenario en que la puja por acceder a la riqueza y luego, una vez conseguida, retenerla por temor a retroceder en el juego esquivo de éxitos y fracasos, ha sumergido a gran parte de la población mundial en una lucha desesperada por cruzar fronteras y violar leyes migratorias para encontrar “una nueva vida”.
Las extravagancias políticas y culturales de nuestra sociedad, parecen haber llegado al cenit: el clan Moyano, sus “adjuntos” y los camaleones de ayer y de siempre, nos han puesto el domingo pasado frente a un espectáculo de una solidaridad multitudinaria congregada alrededor de impresentables reunidos por la sangre, un credo vetusto y apolillado y la nueva imagen presunta del caradurismo proverbial de algunos dirigentes “truchimanes”.
“Algunos problemas son lo suficientemente complejos como para que uno deba aguzar su inteligencia y buena información a fin de mantenerse indeciso frente a ellos”
-Laurence J. Peter
Existe hoy día una puja manifiesta entre las aspiraciones de políticos y votantes en las elecciones, que lleva a que nos preguntemos si es factible que una sociedad funcione correctamente y logre adoptar las medidas que contribuyan al progreso y el bienestar general.
Hace mucho rato que las encuestas de opinión pública vienen sufriendo la erosión que les produce el impacto mediático de las redes sociales.
“Todas las cosas grandes, para inscribirse en el corazón de la humanidad con sus exigencias eternas, tienen que vagar antes sobre la tierra cual monstruosas y tremebundas figuras grotescas”
-Friedrich Nietzsche
Quien se disponga a formarse un juicio de valor sobre la realidad de lo ocurrido en el pasado histórico, debería dejar de dar rienda suelta a su voluntad caprichosa de ver todo lo que NO HAY en él y concentrarse en LO QUE HAY, sugiere Jaime Balmes como regla general.
Cuando vemos por televisión las largas caravanas de desesperados venezolanos (también cubanos y nicaragüenses), que huyen de su país porque no tienen comida ni medicinas, nos asaltan dos pensamientos: a) ¡cuánta injusticia hay en las falsas revoluciones “progresistas” que terminan casi siempre en dictaduras! y b) ¡cómo está creciendo en el mundo la virtual “expulsión” de individuos “itinerantes” que terminan viviendo en la marginalidad como ciudadanos de “no lugares”!
Sin Vittorio Gassman y capitaneados por Cristina Fernández y otros oportunistas, avanzan alineados y en harapos algunos desesperados bandoleros mal armados que, como en la inolvidable película de Mario Monicelli, pretenden recobrar un feudo que entienden les pertenece: el gobierno de la República Argentina.
Una característica de los narcisistas es su extrema vanidad; tanto, que cuando se los minusvalora, responden siempre irritados y con una fuerte dosis de agresividad. Estas características han sido una constante en la vida política y social de nuestra autóctona “abogada exitosa” (Cristina dixit).
Hace pocas horas, Cristina Fernández rompió el silencio que se había autoimpuesto ante la “quebradura” de López (“Josecito” para los íntimos), que aceptó ampliar su declaración personal y darle una mano de “asfalto” adicional a los Kirchner, al igual que Uberti.
No hay duda alguna que los últimos acontecimientos políticos nos están sumergiendo de a poco en una cultura extraña, un lugar donde decir SÍ puede significar NO, donde todo se regatea y el miedo puede resultar una forma de alivio.
Saber qué tipo de sociedad se desea, implica ponerse de acuerdo sobre qué límites morales de tolerancia pública están dispuestos a sostener los individuos que la componen.
Cuando un país necesita salir adelante produciendo una mayor cantidad de bienes y servicios que abastezcan sus necesidades esenciales, debería apelar a la racionalidad y no a la búsqueda cuasi romántica de una “identidad cultural”; entelequia muy en boga en estos días, que ha sumergido a nuestra sociedad en vagas disquisiciones sobre lo que supuestamente “se debe” o “no se debe ser” para lograr lo antedicho.
El gran filósofo catalán Jaime Balmes, escribió en su tiempo sobre las “imposibilidades”, clasificando las mismas en: a) absolutas o metafísicas b) naturales; c) morales u ordinarias y d) de sentido común.
“Ya no existen los tiempos en que uno podía detenerse a pensar en lo que no hay, sino en decidir qué va a hacer con lo que tiene a su disposición”
-Ernest Hermingway
El primer asunto a tener en cuenta por parte de los políticos que se someten al escrutinio del voto y son elegidos, es aceptar que sus mandatos debieran ser considerados SIEMPRE como parte de una “sucesión de transiciones”.
Ante las turbulencias ocurridas durante las últimas semanas, hemos vuelto a recordar episodios de nuestra historia política, como así también algunas reflexiones “académicas” universales, que analizan la mente de un individuo y su comportamiento frente a escenarios de esta naturaleza.
Muchos sindicalistas vanidosos están tratando de explicar de un modo capcioso los asuntos concernientes a un Estado destruido –que ellos mismos contribuyeron siempre a “petardear”-, a fin de acomodarlos a sus conveniencias personales.
El filósofo prusiano Arthur Schopenhauer llamaba “imbéciles execrables” (sic) a aquellos individuos que no tienen nada de qué enorgullecerse y se refugian “en la vanagloria de una nación a la que pertenecen por casualidad, dispuestos a defenderse con todos los defectos y las tonterías propias de la misma”.
“Sé que Dios no me dará nada que no pueda manejar; solo deseo que no confíe demasiado en mí para que ello ocurra”
-Teresa de Calcuta
“Percibimos cosas, tomamos conciencia de ellas y las ponemos en el centro de nuestra atención para convertirlas finalmente en objetivos de nuestra acción intencionada, SOLO CUANDO ALGO VA MAL; CUANDO FALLAN Y SE COMPORTAN DE UNA FORMA EXTRAÑA A LA QUE NO ESTAMOS HABITUADOS” –Martin Heidegger
Si hay algo que ha desatado Cambiemos con su “gradualismo” poco académico, es la restitución de la imagen pública de un peronismo experto pescador en río revuelto, que ha reinstalado sus conocidas ambigüedades con las cuales pretende arrimarse nuevamente a la luz, no para ver mejor, SINO PARA BRILLAR MÁS.
“Quien compra lo superfluo, no tardará en verse obligado a vender lo necesario” -Séneca
“La inteligencia es el arte de salir de situaciones difíciles”
-Henri Bergson
“Antes de la hora, no es todavía la hora; después de la hora, ya no es más la hora: la hora, es la hora” -Antiguo proverbio francés
“Una mentira es como una bola de nieve: cuanto más rueda, más grande se vuelve”
- Martín Lutero
“Ser libre es estar solo, desprenderse de todos y de todo, extrayendo así de uno mismo la luz de un futuro distante”
- Friedrich Nietzsche, en la voz de Zaratustra
La tolerancia es una disposición para convivir armoniosamente con personas de creencias opuestas a las nuestras y respetar formas de vida distintas.
“Un exceso se da en cuanto alguien aspira a que los demás adopten su código particular y comulguen con él” - Javier Marías
Cualquier virtud deja de serlo si no anda regida por la prudencia, por lo que para analizar la conducta de un individuo hay que conocer bien los rasgos de su carácter, moralidad, intereses personales y de qué manera pueden influir todos ellos en su determinación. Estas consideraciones deberían ser aplicadas para descifrar los enigmas de la justicia y los magistrados elegidos para hacerla cumplir.
Cuando oímos disputas entre keynesianos y liberales, peronistas y conservadores, desarrollistas y progresistas, y otras divisiones clásicas de la política y de la política económica, más nos convencemos que el verdadero problema de la sociedad hoy es la fractura de dos mundos casi aislados completamente entre sí: el de los ricos y los pobres.
Como dice Ortega y Gasset, la civilización es un artificio y requiere “artesanos”; es decir quienes la sostengan para no quedarse sin ella, evitando de tal modo que volvamos a la ley de la selva primitiva.
“Un verdadero zorro es el que no sólo llama verdes a las uvas que no puede alcanzar, sino también a las que alcanza y no quiere que los demás se las quiten” -Friedrich Nietzsche
Se ha denominado a nuestra era como el comienzo de una fase “líquida”, en la que hábitos y modelos de comportamiento tradicionales han comenzado a derretirse y resultan difíciles de ser “recolocados” apropiadamente en el lugar que se les tuvo asignado durante muchos años.
“En muchos sueños contemporáneos, la imagen del progreso parece haberse distanciado de la noción de MEJORAS COMPARTIDAS, para empezar a significar SUPERVIVENCIA INDIVIDUAL” - Sygmunt Bauman
“Debido al hecho que en la mayor parte del mundo la información está prohibida, o fuertemente censurada, o perseguida, o inaccesible, peligrosa de recoger y transmitir, se hace a nuestros ojos tan preciosa y tan intangible que llegamos a suponerla exenta de todo defecto y al abrigo de todo error en los raros países donde reina la libertad” -Jean Revel
El populismo argentino ha fomentado siempre nuestros peores rasgos naturales, estableciendo una contagiosa polémica permanente y consiguiendo al fin que muy pocos ciudadanos se terminen identificando con las limitaciones del Estado, al no examinar detenidamente ciertos “papeles” del pasado, que permitirían desechar de cuajo lo que resulta verdaderamente inútil a través de su misma probanza.