Carlos Mira
El manejo de campaña de JxC desde hace un año a esta parte seguramente se anotará en la historia política cuando ésta sea contada de aquí a uno años como el más grande desquicio que un ganador seguro de unas elecciones pudo protagonizar contra sí mismo para, justamente, poner en riesgo ese triunfo.
La Argentina va a tener que tomar más temprano que tarde una decisión crucial.
Una decisión que tiene que ver con su sistema de vida.
La Argentina tiene una larguísima tradición de procrastinar. Procrastinar es el hábito de posponer para “una mejor ocasión” o, simplemente, “para mañana” lo que no quiere hacerse hoy.
Alberto Fernández se autopercibe chalchalero. Y en ese carácter ha decidido empezar una despedida en continuado de su sillón de presidente. Y digo así, “sillón de presidente”, porque en realidad, “presidente” nunca fue. Siempre estuvo a las órdenes de la verdadera dueña del gobierno, Cristina Fernández de Kirchner. Porque más allá de los evidentes y hasta groseros esfuerzos que el kirchnerismo haga para despegarse de este desastre, éste fue SU gobierno, el gobierno del kirchnerismo, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Uno de los tantos ministros impresentables de éste, el peor gobierno de la historia del país, Gabriel Katopodis, acaba de decir una gran verdad: “Hace un año la oposición ganaba caminando y hoy están partidos en mil pedazos”.
El viejo mito de la política dice que el “hijo” debe matar al “padre” para así dar nacimiento a un nuevo liderazgo. Algunos recuerdan que eso es lo que hizo Alfonsín con Balbín, Duhalde con Menem, Kirchner con Duhalde y así en una infinidad de ejemplos que muestra la historia argentina.
“Que Dios y la Patria te lo demanden”, dice la consabida frase del juramento constitucional de diferentes cargos en el gobierno, desde el mismísimo presidente hasta ministros y otros funcionarios.
Lo que ocurrió con el secretario de seguridad de la provincia de Buenos Aires en uno de los tantos límites que La Matanza tiene con la Ciudad de Buenos Aires, luego de que dos asesinos mataran a un colectivero en Virrey del Pino, es una muestra en pequeño del grado de disolución al que el kirchnerismo y toda la runfla de progresismo inútil al que la Argentina ha estado expuesta en los últimos 20 años, han llevado al país.
Lo que ocurrió en Rosario, en donde unos sicarios balearon el frente de uno de los supermercados de la familia del suegro de Lionel Messi, dejando un mensaje mafioso para el mismísimo astro del fútbol en el que le avisaban que lo estaban esperando y que el intendente no iba a poder protegerlo, fue una especie de gota de rebasó el vaso de la paciencia y les abrió los ojos a algunos que, aún hoy, increíblemente, estaban dormidos.
Confieso que este comentario referido al discurso del presidente en el Congreso para inaugurar un nuevo periodo de sesiones ordinarias es uno de los más difíciles que me ha tocado escribir desde que The Post tiene contacto con ustedes.
El presidente se trasladó a Chaco, la que él definió como la provincia modelo para la Argentina (la que reproducía en pequeño lo que el peronismo sueña para el país todo) para inaugurar el ciclo lectivo 2023.
Uno no sabe, francamente, si el presidente es o se hace. Aun a riesgo de escalar una serie de reclamos internacionales se monta en un avión y se dirige a una base en la Antártida en donde se jacta de la extensión soberana del territorio argentino apoyado en un suelo discutido por al menos una docena y media de países, mientras, por otro lado, se la pasa regalando a un invasor trucho extranjero enormes porciones de tierras que sin lugar a ninguna duda son argentinas.
Andrés Larroque, alias El Cuervo, es quizás el emblema más perfeccionado de una increíble campaña oficial que, en materia de embustes, supera todos los buzones que el kirchnerismo ha vendido hasta ahora.
A veces uno se pregunta si Cristina Fernández de Kirchner será un holograma. Es más, otras veces uno traslada esa duda a todo el kirchnerismo. Rápidamente la mente regresa a la constatación del mal que la ex presidente y ese conjunto de voraces perseguidores del poder le han hecho al país y se da cuenta que no, que tanto ella como sus secuaces son una triste realidad.
Las últimas horas han sido una verdadera colección de disparates declarativos que, cuando uno los pone todos juntos, no sabe muy bien si quienes los dicen se han puesto de acuerdo para contribuir a la furia generalizada o si realmente se creen las mentiras que propagan.
Sabemos que nos mienten.
Saben que nos mienten.
Saben que sabemos que nos mienten.
Sabemos que saben que sabemos que nos mienten,
Y aun así siguen mintiendo.
- Alexander Solzhenitsyn
Como por arte de magia, como si después de un lapso en el edén, todas las carencias del país hubieran regresado, los “movimientos sociales” volvieron a crear un caos de tránsito en la ciudad.
El día que vea a un norteamericano lanzarse al mar para
huir hacia Cuba; o a un alemán occidental irse a Alemania
Oriental, o a 8 millones de kirchneristas irse a pie
a Venezuela, ese día, estaré dispuesto a admitir las
bondades del socialismo.
- Carlos Eguía, periodista
Martín Tetaz, diputado de JxC, admitió, sin rodeos, que si la coalición no tiene un acuerdo de algún tipo con Javier Milei en la provincia de Buenos Aires, Kicillof podría ser reelecto.
La intervención de ayer de la diputada Marisa Uceda (FdT-Mendoza), en la comisión de juicio político de la Cámara de Diputados, fue una especie de síntesis de la ignorancia a la cual está sometida la sociedad argentina teniendo a estos burros sentados en los lugares donde se deciden los destinos de todos.
La rarísima habilidad que el peronismo en general y Alberto Fernández en particular tienen para deshacerse de las culpas por lo que ocurre y para cargar por las responsabilidades de eso a cualquier otro menos a ellos mismos, es francamente notable.
Existe una confusión larvada entre quienes incluso critican, se oponen y hasta denuncian la avanzada patotera del peronismo con brigadas ilegales de camisas negras para controlar los precios.
El presidente Fernández tiene esas cosas que uno no sabe si las hace porque es un perfecto idiota o un perfecto cínico. Las hace sin que nadie se las pida. Eso es lo que desorienta. Habla, difunde en redes sociales mensajes de un contenido tan fácilmente rebatible que, realmente, uno se pregunta en qué está pensando o qué lo lleva a incursionar en semejantes desatinos.
Lo que ha ocurrido en Brasil debe ser un llamado de atención sobre los problemas que la democracia liberal está teniendo para llevar un mensaje claro a la población sobre cuáles son los valores en los que se basa y cómo funciona el sistema para, de ese modo, sacar de él lo mejor que tiene, esto es, elevar la condición social de la enorme mayoría de la población y hacerlo de una manera tal que las infaltables (y necesarias) diferencias entre los seres humanos no sean visualmente percibibles de modo autoevidente sino que, siendo todos diferentes, parezca que son todos iguales.
La Corte Suprema aplicará al caso que enfrenta a la Ciudad de Buenos Aires con el Estado Nacional un calmante largamente conocido en la historia del Tribunal: el paso del tiempo.
Tal como cualquiera que conozca la Argentina alumbrada por el peronismo y retroalimentada por el kirchnerismo podía prever, el país no pudo disociar la alegría de la autodestrucción.
La insaciable pulsión autoritaria del peronismo no cesa. Y no cesa pese a los extraordinarios avances que ha conseguido en base a mantener vigente ese impulso animal de ir por todo.
Es increíble, pero el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner logra superarse a sí mismo en materia de barbaridades institucionales, incluso cuando uno cree haber visto todo.
Hay ciertos actos de los que se pueden extraer conclusiones indirectas de enorme fortaleza. En materia de creerse por encima de todos, superior a todos, ajenos a la ley, y por encima de las decisiones de la Justicia, lo que ocurrió ayer en la Casa Rosada con Ginés González García es uno de los ejemplos de mayor potencia de los últimos tiempos en ese sentido.
El “orgullo de la Argentina” celebró la voladura de las Torres Gemelas en New York en septiembre de 2001.
La palabra “mala” cuando se refiere a una persona parece estar reservada para la terminología de los chicos.
Si hay alguien que representa cabalmente al kirchnerismo fuera de Cristina Fernández de Kirchner es, sin dudas, Gabriela Cerruti.
Como estaba previsto el peronismo anunció que no acatará el fallo de la Corte Suprema que declaró inválida la elección de Claudio Doñate como consejero de la magistratura en representación de la segunda minoría del Senado.
Si hay algo en lo que el kirchnerismo ha sido excelso es en borrar de la faz de Tierra franjas enteras de tiempo.
Parece mentira que una señora cuyos conocimientos en general y económicos en particular son muy escasos y muy limitados tenga, sin embargo, el poder de decidir qué se hace en la Argentina.
Los ribetes francamente desopilantes con los que se presentó públicamente hicieron que todo el mundo se lo tome a broma. Pero no es ningún chiste. Solapado entre las múltiples preocupaciones de los argentinos y en las vísperas de uno de los mundiales de fútbol más esperados por el país en los últimos tiempos, se presentó el manual con recomendaciones para periodistas y relatores que cubrirán el evento en Qatar.
La vorágine argentina a veces hace olvidar que ciertos acontecimientos -que tuvieron la atención casi exclusiva de la sociedad y luego la perdieron porque otras oleadas de la vorágine los sepultaron- siguen desenvolviéndose en la oscuridad y continúan produciendo efectos que, eventualmente, volverán a protagonizar otra oleada de vorágine más adelante.
El ex presidente Macri volvió a estar en los primeros planos de la información ayer, en un caso porque otros se refirieron a él y en otro porque él se refirió a otros.
El ministro de economía Sergio Massa confirmó el final de su etapa “ajustadora”, si es que algo así existió alguna vez.
Tome un balde de agua. Cuidadosamente vaya derramándolo en el piso. Inexorablemente vera que el hilo del líquido toma un rumbo. No cualquier rumbo: un rumbo determinado. Es el rumbo que le indica el nivel del piso, la inclinación con que fue construido el suelo por el que ahora fluye.
La presentación del libro “Para Qué” que Mauricio Macri escribió en colaboración con Pablo Avelutto, ha dado lugar a una serie de especulaciones sobre la candidatura del ex presidente, más aún cuando su figura fue severamente atacada desde las propias filas de JXC por el médico Facundo Manes que acusó a Macri de haber hecho “populismo institucional” cuando, según él, utilizó los servicios de inteligencia para espiar personas y una “mesa judicial” (usando una terminología muy parecida a la del kirchnerismo) para influir sobre los jueces.
Una vieja ironía sin tiempo se ha convertido, por el moderno imperio de los memes, en un renovado recuerdo que, con toda su acidez, recorre hoy las redes sociales sin mención a lo político pero que, en la Argentina, tranquilamente se la podría aplicar a los dirigentes que se hallan en la mismísima cúspide de la pirámide del poder.
Ayer, frente a un pasaje del intento de defensa del Dr. Carlos Beraldi a Cristina Fernández de Kirchner en donde el abogado hacía referencia a que el Poder Judicial es el menos democrático porque no es elegido por el pueblo y que desde ese lugar pretendía sustituir la voluntad popular, publiqué el siguiente tweet. “Por si Beraldi no se enteró le digo que, efectivamente, el Poder Judicial fue organizado por la Constitución, no para “sustituir la voluntad popular” como él dijo, sino para controlarla: se llama equilibrio del poder o, en otras palabras, Estado de Derecho. Estudie, Beraldi”.
La gira de Massa por EEUU está culminando como se inició: con promesas.
Los organismos que la Argentina kirchnerista siempre defenestró fueron los que otra vez estuvieron de su lado cuando las papas quemaron.
Estela Barnes de Carlotto dijo ayer que no van a permitir que condenen a Cristina Fernández de Kirchner. Lo dijo de modo suelto, espontáneo, como si fuera lo más natural del mundo.
De nuevo este comentario inicia con la aclaración de que se escribe antes de que Cristina Fernández de Kirchner termine su discurso por los canales de YouTube a los que recurrió para responder al pedido de condena de 12 años de prisión e inhabilitación absoluta para ejercer cargos públicos que pidiera ayer el fiscal Diego Luciani al concluir 10 jornadas de alegatos.
En tan solo 24hs han sucedido tantos disparates que uno no sabe bien por dónde empezar. Los abogados dicen: “A confesión de parte, relevo de prueba”: Pablo Micheli, el líder de ATE, de la CTA, comunista de formación, acaba de reclamar un salario mínimo de U$S 500. Quinientos dólares, por si no quedó claro.
Una vez más, gracias a las hordas fascistas del peronismo -representadas hoy como nada ni nadie por el kirchnerismo más recalcitrante- el clima del país se ha vuelto extremadamente denso.
La frase “salvando las distancias” es un modismo coloquial amable que pretende poner a salvo un determinado fenómeno de una pretendida comparación suya con otra cosa. Así, cuando uno encuentra un punto de contacto entre una cosa y otra, pero sabe que, en el fondo, una y otra no tienen nada que ver, trae el ejemplo a colación, pero inmediatamente dice “salvando las distancias” como para que quede claro que una y otra cosa pueden tener similitudes, pero en realidad son diferentes.
El fiscal Diego Luciani entregó el primer capítulo del largo alegato acusatorio que desembocará en un pedido de condena extensa para Cristina Fernández de Kirchner, la integrante aún viva de la jefatura mafiosa de la banda criminal que tomó el gobierno en mayo de 2003.