El domingo 5 de julio de 2020, según surge de los registros de ingresos y salidas de la residencia presidencial, Fernández cenó con su hermano por parte de madre, Pablo Carlos Galíndez, quien entró a las 21.20, permaneció casi tres horas en el chalet y se retiró pasados 18 minutos de la medianoche.
En total, Galíndez ingresó doce veces en la quinta de Olivos entre fines de 2019 y la Navidad de 2020. De esas visitas, seis ocurrieron durante el período de “aislamiento social, preventivo y obligatorio” (ASPO) que decretó su hermano en todo el país. Y de esas, cinco ingresó a la mañana y solo una vez entró a la noche: ese primer domingo de julio.
Consultados por LA NACION, voceros de la Casa Rosada indicaron que no harían comentarios sobre las visitas de Galíndez a la quinta de Olivos. “El Gobierno entregó toda la información sobre los ingresos y salidas de la residencia presidencial y con esos datos, cada medio de comunicación hará lo que considere”, indicaron.
Cinco días antes de cenar con el Presidente, Galíndez había cumplido 54 años. Fue el martes 30 de junio, cuando comenzaron a aplicarse mayores y más estrictos controles en lo que el Gobierno denominó como una “cuarentena reforzada” que incluyó, entre otras medidas, dar de baja el 40% de los permisos para circular, como también límites operativos en el uso de la tarjeta SUBE.
Galíndez, cabe aclarar, no trabaja para el Estado. Al menos desde 2020 trabaja para una de las corporaciones más grandes de la Argentina, donde fue director de marketing de una conocida bodega, y ahora figura como empleado de otra firma de ese holding, de acuerdo a los registros comerciales y laborales que compulsó LA NACION.
Los mayores controles de la “cuarentena reforzada” se basaron en el decreto 576/2020 que el presidente Fernández firmó el 29/6, prorrogando la vigencia de la cuarentena ante el avance de la pandemia, con especial énfasis en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), Chaco, la ciudad de Neuquén y el departamento de General Roca, en Río Negro.
Por ese decreto, el jefe de Estado ordenó la prohibición taxativa en todos esos lugares de las clases presenciales, el turismo, la apertura de restaurantes y comercios no esenciales, y los “eventos públicos y privados: sociales, culturales, recreativos, deportivos, religiosos y de cualquier otra índole que impliquen la concurrencia de personas”.
También en ese decreto, el Presidente estableció que cualquiera que incumpliera las prohibiciones dispuestas debería afrontar una causa penal por la infracción al artículo 205 del Código Penal, que reprime con una pena de seis meses a dos años de prisión a todo aquel que “violare las medidas adoptadas por las autoridades competentes para impedir la introducción o propagación de una epidemia”. Es decir, atentar contra la salud pública.
Presencial vs Zoom
Cinco días después de la entrada en vigencia del decreto presidencial –y, por tanto, en momentos en que los cumpleaños se celebraban de manera virtual a través de plataformas como Skype o Zoom–, Fernández y su hermano por parte de madre se reunieron el domingo a cenar, en el chalet, durante casi tres horas.
LA NACION procuró contactar a Galíndez, pero no fue posible ubicarlo en los teléfonos laborales disponibles.
Además de ese ingreso dominical y nocturno, Galíndez registra otras cinco visitas a la quinta de Olivos. Todas por la mañana y todas en jornadas laborables salvo una, según verificó LA NACION.
Así, además de dos ingresos en diciembre de 2019 y otros dos en enero y marzo de 2020 –es decir, previo a la imposición de la cuarentena–, Galíndez ingresó el jueves 30 de abril, cuando permaneció entre las 10:07 y las 17, aunque desde la Casa Rosada indicaron repetidas veces durante las últimas semanas que los horarios pueden estar mal asentados. Ese mañana, Fernández también recibió en Olivos a Fernanda Raverta, a quien designaba como titular de la Anses tras echar a Alejandro Vanoli.
Galíndez volvió a ingresar a las 9.30 del lunes 1 de junio, se presentó como “visita privada” y se dirigió al chalet –al igual que en todas las demás ocasiones–, y se retiró a las 10.58 tras ver a su hermano, quien venía de sobrellevar algunos reproches por haberse fotografiado con militantes en Formosa, un día antes, sin respetar la distancia social, ni usar barbijo.
Después de la noche del domingo 5 de julio, Galíndez volvió a la Quinta otro lunes, 7 de septiembre, también a la mañana. Ingresó a las 9.10 y se retiró a las 10.40, del día en que su hermano el Presidente le transmitió un pedido especial a los argentinos: “Dejemos el esparcimiento social para otro momento”.
La siguiente visita fraternal ocurrió el domingo 4 de octubre, por la mañana. Ingresó a las 10.05 y se retiró a las 11.30, horarios casi idénticos a los que asentó la custodia presidencial quince días después. Entró a las 10 y se marchó a las 11.40 del lunes 19. Ese día, la Argentina llegó al millón de contagiados por Covid-19.
Quién es Pablo Galíndez, el hermano del Presidente especialista en finanzas y negocios
Es hijo de Celia Pérez, la madre de Alberto Fernández y Carlos Pelagio Galíndez; no trabaja ni trabajó para el Estado; fue director de una empresa del holding de Eurnekian
El primer ingreso de Pablo Carlos Galíndez a la quinta de Olivos ocurrió el 15 de diciembre de 2019, apenas cinco días después de que su hermano Alberto Fernández asumió la Presidencia. Desde entonces, lo visitó al menos 14 veces, de las que seis ocurrieron mientras rigió el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) que impuso el jefe de Estado ante el avance del coronavirus.
Galíndez ingresó a la residencia presidencial, donde se reunió con su medio hermano por parte de madre, aunque no trabajaba, ni trabaja para él, ni tampoco se desempeña en el sector público. Dedicado al mundo de las finanzas y los negocios, gerenció fondos comunes de inversión entre 2007 y 2015 y trabajó luego para la sociedad bursátil Tavelli hasta 2019.
Ya con su hermano como Presidente, sin embargo, cambió de empleo. Ingresó a Corporación América en octubre de 2020, en plena cuarentena. Desde entonces, en el holding de Eduardo Eurnekian figura en relación de dependencia bajo la órbita de la firma Proden SA, aunque su rol fue en la Bodega del Fin del Mundo, donde se desempeñó como “director de marketing”, aunque ya no lo es.
LA NACION procuró contactar a Galíndez, pero no resultó posible ubicarlo, ni en Bodegas del Fin del Mundo ni en Proden SA.
El vínculo sanguíneo entre el jefe de Estado y Galíndez es a través de su madre, Celia Pérez, quien murió en 2019, muchos años después del fallecimiento de su pareja, Carlos Pelagio Galíndez. Es a él a quien Alberto Fernández siempre consideró su padre y lo caracterizó como una figura clave en su formación.
Siete años menor que el Presidente, Galíndez comparte intereses y amigos con el jefe de Estado, además de haberlo acompañado en algunos de los momentos más cruciales de su vida política. Entre ellos, su triunfo electoral en 2019, cuando se abrazaron y celebraron juntos en el búnker del Frente de Todos.
Aquel abrazo fue de a tres, porque a ellos se sumó la hermana mayor de ambos, Valentina “Piky” Fernández, quien sin embargo no figura en los registros de ingresos a la Quinta de Olivos desde 2019 en adelante.
Antes, durante y después de la cuarentena estricta que impuso su hermano, Galíndez ingresó en la residencia presidencial. Sus últimas entradas fueron para la Nochebuena y Navidad de 2020 –encuentros de los que también circularon fotos durante los últimos días–, y volvió a ingresar en enero y febrero de este año.
Hugo Alconada Mon
Con la colaboración de Maia Jastreblansky y Ricardo Brom