Domingo Cavallo
Durante el último cuatrimestre de 2022 la economía se comportó en línea con el escenario “optimista” de nuestra proyección del 31 de agosto para 2022 y 2023. Para imaginar cómo se desenvolverá la economía en 2024 es necesario discutir cómo se sucederán los acontecimientos políticos e institucionales durante el año electoral 2023.
Con la tasa de inflación mensual tendiendo a estabilizarse en un piso del 6% mensual, equivalente al 100% anual, en el contexto político actual no es posible imaginar herramientas efectivas para hacerla bajar de ese nivel, salvo una fuerte reducción del gasto público.
Pese a toda la oposición que encuentra dentro de su propio espacio político, el Presidente Fernández parece decidido a apoyar al Ministro Guzmán para que intente implementar el programa acordado con el FMI, como reaseguro de que pueda gobernar hasta el final de su mandato sin que se produzca un descontrol inflacionario extremo.
A pesar de la continuidad de la reactivación económica post pandemia, hasta 2024 la suerte económica está echada. La economía no va a mejorar, pero si puede empeorar. Y mucho.
Hace treinta días, cuando los funcionarios del gobierno y la mayor parte de los analistas económicos esperaban una tasa de inflación de entre 3 y 4% mensual, alerté que se estaba dando una peligrosa aceleración de la inflación y que en febrero rondaba ya alrededor del 5% mensual. Estuve en lo cierto y es probable que esa tasa sea, a partir de ahora, un nuevo piso para la inflación.
Durante febrero la tasa de inflación salto del 4% a casi el 5% mensual. Esta es una aceleración peligrosa porque se produce cuando el ajuste del tipo de cambio oficial, que debería acompasar a la tasa de inflación, fue apenas del 2,5% mensual.
Alberto Fernández y Martín Guzmán están convencidos que al gobierno no le conviene una declaración formal del default de la deuda con el FMI. Si seguían los consejos del Kirchnerismo de no pagar el vencimiento del viernes pasado, de hecho, entraban en default. Tenían los fondos para hacer el pago y mantener abierta la negociación como para llegar a un acuerdo antes del próximo vencimiento grande del mes de marzo. Pero necesitaban un guiño del Fondo como para justificar ante la Vicepresidenta que no convenía precipitar el default antes de agotar la instancia negociadora. Esto es lo que buscaron y consiguieron sobre la hora.
El año termina con más inflación en diciembre que en noviembre y con el precio del dólar en el mercado paralelo a niveles récords. La tasa de riesgo país sigue en un nivel que presagia un default de la deuda reestructurada. No hay seguridad de que pueda lograrse un acuerdo con el FMI antes del vencimiento de capital del mes de marzo.
Los indicadores convencionales de la coyuntura económica no parecen justificar el creciente malhumor social que condujo al fuerte retroceso electoral del gobierno.
Para salir del atolladero en el que se encuentra Argentina se necesita un giro de 180 grados en la organización económica y un gran compromiso con la ética y la justicia. Sólo un gobierno que tenga esto en claro y que convenza primero a sus partidarios y elabore una propuesta sincera y generosa, puede liderar este giro.
Ya a nadie le caben dudas de que en los próximos meses la expansión monetaria y de los pasivos remunerados del Banco Central van a aumentar vertiginosamente. Pero el efecto sobre la tasa de inflación no será inmediato. Antes va a aumentar el precio del dólar en los mercados libres (contado con liquidación, dólar bolsa y blue) y en la tasa de interés.
Cualquier pronóstico sobre el curso de la Economía argentina tiene que comenzar evaluando la posibilidad de evitar un nuevo default en el curso de los próximos dos años.
En los últimos días se han multiplicado las decisiones que acentúan el encerramiento de la economía y el aislamiento internacional del país.
El ministro Martín Guzmán puede exhibir los resultados de los cuatro primeros meses como un ajuste fiscal muy superior al presupuestado. De hecho, el déficit fiscal primario durante los primeros cuatro meses de 2021 ascendió a sólo $ 192.000 millones, siendo que para todo el año había sido presupuestado en 1,568 billones de pesos. Es decir, entre enero y abril, el déficit fue apenas el 12% de lo presupuestado.
La puja entre Guzmán y el Kirchnerismo, que describí en el post titulado «estancamiento secular» cuando afirmé que ¨la estrategia económica del gobierno abreva más en las ideas de Kicillof que en las de Guzmán¨, eclosionó precisamente mientras escribo este artículo.
La aparición del ¨viento de cola¨ para las exportaciones argentinas en los mercados del exterior, algún ajuste fiscal de raíz inflacionaria y una mayor dosis de profesionalismo en el manejo monetario y cambiario, han hecho que el escenario de fuerte devaluación y descontrol hiperinflacionario se aleje en el horizonte. Pero los rasgos cada vez más acentuados de la estrategia económica de mediano y largo plazo, inspirados mucho más en las ideas del gobernador Axel Kicillof, ideólogo económico del Kirchnerismo, que en las del ministro Martín Guzmán, consolidan una tendencia al estancamiento persistente con inflación crónica, algo que bien puede denominarse ¨estanflación secular¨
La aparición del ¨viento de cola¨ para las exportaciones argentinas en los mercados del exterior, algún ajuste fiscal de raíz inflacionaria y una mayor dosis de profesionalismo en el manejo monetario y cambiario, han hecho que el escenario de fuerte devaluación y descontrol hiperinflacionario, se aleje en el horizonte.
En el acto aniversario de la asunción de Kicillof, hablaron Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Ella expuso su agenda y él la apoyó sin titubeos.
La tasa de inflación se mantuvo a lo largo de los primeros nueve meses del año mucho más baja que lo que podía estimarse a partir de la expansión de los pasivos monetarios del Banco Central. Pero a lo largo de octubre comenzaron a observarse signos de aceleración.
En una economía con las reglas de juego que se fueron cristalizando durante los últimos 20 años en Argentina y en una coyuntura como la actual, conducir la política económica con acierto es un desafío muy difícil para cualquier gobierno, incluso para uno políticamente cohesionado, con un diagnóstico correcto de la situación y con un equipo económico con buen nivel profesional, capacidad de trabajo coordinado y experiencia relevante de gestión.
El cierre exitoso del canje de las deudas bajo ley extranjera y la reestructuración impuesta por ley a las deudas bajo ley argentina, debería convencer al ministro de economía y al presidente del Banco Central de la conveniencia de reorganizar el manejo cambiario y financiero con la lógica de los mercados libres, aunque inicialmente lo sea sólo en un sentido marginal.
Aumenta la incertidumbre hacia el futuro, no sólo porque la cuarentena parece extenderse indefinidamente como pivote de la lucha contra la pandemia, sino porque el gobierno, en lugar de avanzar hacia una mejor organización de la economía y la sociedad, instala debates que oscurecen el panorama político y muestran que el presidente cambia de opinión según la ocasión.
La decisión de extender la cuarentena por 17 días más, con mayores restricciones en el Área Metropolitana de Buenos Aires, sin que la gente advierta que el gobierno tiene un plan de salida de la actual encerrona económica, está llevando a muchas decisiones de cierres de empresas, convocatorias de acreedores y angustias extremas de personas que no saben cómo van a poder generar un mínimo de ingreso para alimentar a su familia.
El gobierno ha planteado la lucha contra el coronavirus como una opción entre la salud y la economía.
El aumento del déficit fiscal y la fuerte expansión monetaria provocada por la crisis del coronavirus, complicarán la estabilización futura de la economía. Sin lugar a dudas, un efecto macroeconómico negativo. Pero es inevitable para apoyar a las personas que se quedan sin ingresos y a las empresas que si no son ayudadas entrarían en quiebra
La pandemia del coronavirus ha desatado una crisis global que se va a sentir en todos los países del mundo. En el aspecto sanitario, es probable que Argentina pueda superar esta crisis con menos costo de vidas que otros países que se demoraron en adoptar las medidas de aislamiento social que recomiendan los especialistas en salud.
Es muy peligroso que si no es planeado termine siendo el resultado de una explosión inflacionaria
Seis meses antes de la elección del 14 de mayo de 1989, en la que El Dr. Carlos Menem resultó electo Presidente, pronuncié un discurso en la Cámara de diputados. En esa oportunidad describí lo que podía llegar a ocurrir en la transición política que se iba a dar al año siguiente.
La mayoría de los analistas políticos, sobre todo los que prefieren que gane Macri, sostienen que en las PASO se juega, en primer lugar, el futuro del sistema republicano en la Argentina. Yo sostengo que se juega primero el futuro económico y, como consecuencia del efecto que el resultado de las PASO tenga sobre la coyuntura económica, estará o no, en juego, el futuro institucional.
Para quienes conocemos la verdadera historia de los acontecimientos del fatídico 2001 y la tragedia del 2002, la versión mentirosa de Duhalde, siempre nos pareció despreciable. Pero que la reitere en el contexto de lo que pretende ser una reivindicación de la trayectoria de Fernando de la Rúa con motivo de su fallecimiento, es indignante.
El 4 de enero de este año, cuando recibí la noticia de que Fernando De la Rúa había sido internado en grave estado de salud, sentí la necesidad de expresar que los comentaristas políticos y económicos y, en particular, los dirigentes políticos, habían sido muy injustos con él.
Durante abril y mayo la inflación bajó del entorno del 4%, en los meses anteriores, a alrededor de un 3% mensual y el comportamiento del incremento de los precios online, en los últimos 30 días, sugiere que puede seguir bajando.
Como siempre ocurre, los artículos de Joaquín Cottani, arrojan luz sobre aspectos importantes de nuestra realidad económica. El que acaba de publicar la Fundación Mediterránea, titulado ¨El gasto público en dólares y su relevancia para la economía argentina¨, no es una excepción.
No lo estoy proponiendo. Simplemente aporto información para que quienes tienen que diseñar las políticas públicas piensen y evalúen la sugerencia que surge a la vista.
La política monetaria cobra nuevamente especial relevancia, porque a pesar de que se está cumpliendo con las metas fiscales, la tasa de inflación continuó aumentando en marzo y el precio del dólar vuelve a escaparse del nivel que indican las cuentas bien hechas de la paridad del poder adquisitivo del peso.
Hay distintas opiniones sobre cuál debe ser el ancla nominal de la economía en la lucha contra la inflación.
En los dos casos, el de Sturzenegger entre diciembre de 2015 y junio de 2018, como en el de Sandleris desde el 1 de octubre de 2018 en adelante, la adhesión casi dogmática a la flotación limpia, avalada en ambos casos por el FMI, es una fuente de vulnerabilidad ante una eventual crisis cambiaria, incluso mayor que la debilidad fiscal.
El efecto de la contracción monetaria, sea por control de un agregado monetario o control de la tasa de interés, en una economía comercialmente cerrada pero abierta al movimiento de capitales y fuertemente dolarizada como la nuestra, tiene poco que ver con la que predice la teoría monetarista para economías con un único dinero.
La situación económica y política pueda terminar en una “solución” como la que trajo la “Mesa del Diálogo Argentino” al final del 2001
Lo que está ocurriendo en los mercados cambiarios, de acciones, de LEBACs, de LETES y de Bonos, no es muy diferente a lo que ocurrió a mediados de mayo, cuando comenzó la salida vertiginosa de los capitales de corto plazo que habían sido atraídos por las altas tasas de LEBACs.
La opinión de muchos comentaristas económicos y de dirigentes empresarios, que siempre sostienen que hay atraso cambiario y que alientan permanentemente la devaluación, es muy equivocada y peligrosa.
Hoy es lugar común sostener que el insuficiente ajuste fiscal ha sido uno de los factores que impidió que la política monetaria lograra derrotar a la inflación.
El alto déficit en cuenta corriente, el estancamiento de las exportaciones, el déficit fiscal y la baja inversión no tienen solución monetaria-cambiaria. Sólo se resolverán con reformas organizativas y estructurales.
Hoy el Banco de la Nación intervino en el mercado cambiario al final de la jornada para evitar que el precio del dólar en el mercado mayorista cerrara a más de un centavo por arriba del precio del día anterior. Me parece bien que lo haya hecho.
Sí, existe. Si se establece como regla para el manejo de la deuda pública que el gobierno recurra al financiamiento en dólares sólo por el monto de los pagos en dólares que son parte del déficit fiscal y que todo el resto de ese déficit sea financiado en pesos, el Banco Central no tendrá que comprarle dólares al Tesoro y desaparecerá al mismo tiempo la necesidad de que el Banco Central aumente el stock de LEBACs para reabsorber liquidez.