Viernes, 13 Mayo 2016 09:35

Sin signos de pregunta

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Hace un par de días escribíamos aquí mismo una nota con un título enmarcado entre signos de interrogación: “¿El Papa mala persona?”. Y allí planteábamos a modo de aguijón solo la mera posibilidad de considerar a Jorge Bergoglio mala persona a raíz de las múltiples actitudes que ha tenido institucional y personalmente para con el presidente Macri.

Decíamos que no nos dejáramos llevar por los conceptos instalados como un mantra (“no puede haber un Papa que sea mala persona”) y que tratáramos de analizar lo que Bergoglio ha hecho en ese campo.


Por supuesto que ese casi sacrilegio lo gatilló la confirmación de la audiencia que el Papa le ha concedido a Hebe de Bonafini y la absolutamente verosímil posibilidad de que su criterio para discernir si la concedía o no haya sido que Bonafini es un enemigo político declarado del presidente. Como la ex madre de Plaza de Mayo devenida en guerrillera golpista lo es, entonces la concedió.


Muy bien. No pasaron 48hs que nos hemos enterado más cosas sobre el “buen” Francisco. El Papa parece haberle encomendado a Gustavo Vera la misión de organizar una comitiva de jueces federales y fiscales para que lo visiten en Roma, en donde seguramente no hablarán de EL Ciclón, San Lorenzo de Almagro.


También se supo que Bergoglio pergeña la idea de crear un frente de movimientos sociales para oponerse a las políticas del presidente.

Pero ha habido más. En la mañana de hoy Margarita Barrientos, que lleva adelante tareas sociales en el barrio Los Piletones, contó cómo Bergoglio no la recibió en Roma cuando había viajado con su marido Isidro y la periodista Karina Vilella a visitarlo en una audiencia.


Barrientos por intermedio de Juan Carlos Pallarols consiguió que un empresario que no identificó le pagara el pasaje a ella y a su esposo y la estadía en Roma. La hoy primera dama Juliana Awada le regaló un vestido para la ocasión. Pallarols llevaba un cáliz tallado y Margarita una imagen y una carta para el Papa.


Barrientos tenía la credencial celeste que tramita la embajada argentina –en ese momento en manos de Mario Cafiero- que le permitía acceder a ella, a su marido y a Villela a uno de los corralitos exclusivos para ser saludados por Francisco. Margarita estaba en primera fila.


En el corralito de enfrente, estaba Estela de Carlotto con otra serie de acompañantes. Antes de que apareciera Bergoglio personal de la Guardia Suiza retiro de un brazo a Barrientos, a su marido y a Vilella y ya no los dejaron volver a ocupar su lugar. Nunca nadie les dio una explicación. Margarita dejó la carta y el cáliz, pero nunca recibió una respuesta de Francisco. Villela mandó una nota formal al Vaticano que tampoco recibió respuesta alguna.


La periodista apoyada en fuentes que no mencionó cree que personas de la comitiva de Carlotto intercedieron para que Barrientos fuera separada del lugar, a lo que el Papa habría accedido porque Barrientos es “cercana a Macri”.


Algunos especularon en el mismo programa en que se produjo la revelación (Desayuno Americano, América TV, http://www.lanacion.com.ar/1898011-margarita-barrientos-aseguro-que-el-papa-francisco-no-la-recibio-por-cuestiones-politicas) con que el propio Papa podría no saber del episodio y que todo hubiera sido hecho a sus espaldas.


Sin embargo, si fue así, ¿por qué Bergoglio nunca respondió la carta de Margarita ni agradeció el cáliz ni le envió una palabra de aliento e incluso de disculpa?


Además, ¿acaso el Papa no sabe con quién se va a encontrar en sus audiencias? ¿su “equipo” lo mantiene en la oscuridad respecto de quién viene a verlo en una audiencia privada? ¡Por favor, somos grandes!


Aquí no hay signos de pregunta, muchachos. Disculpen quienes se ofendan, pero por más Papa que sea Bergoglio, no es una buena persona.


No lleva en su interior el verdadero amor cristiano, igualitario, misericordioso, “olvidadizo…”


No. Bergoglio recuerda, valora políticamente y actúa en consecuencia. Detrás de su ropaje blanco esconde a un político operativo al servicio de una idea fracasada.


Quizás la verdadera dimensión del cambio que propone Cambiemos, haya que medirla por el miedo que Bergoglio y otros como él tienen a que la apuesta tenga éxito. ¿Y si realmente el nuevo marco económico-social dirige al país hacia la “pobreza cero”? ¿de qué se van a disfrazar los repartidores de la justicia social, de la dádiva, de la lástima, de la sensiblería y de la limosna?


Terminamos como empezamos: hace dos días titulábamos “¿El Papa mala persona?”. Saquen los signos de pregunta por favor. Gracias.


Carlos Mira

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