Lunes, 20 Marzo 2017 21:00

El marxismo subyacente en quienes reivindican al kirchnerismo

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Según sostenía Lenin, guerras justas “son las guerras de una clase oprimida contra la opresora; del esclavo contra el que le esclaviza; los campesinos de la gleba contra los propietarios; los jornaleros contra la burguesía; la de los pueblos contra la amenaza de esclavitud nacional; la del proletariado triunfante para defender al socialismo contra los estados imperialistas” (sic).

 

Para sostener estos principios de la doctrina marxista, los movimientos que reivindican sus ideas manifiestan que las eventuales contradicciones internas existentes en su seno no son tales, porque se resuelven con una lucha “hacia adelante” que impulsa la evolución de las mismas, estableciendo diferentes grados de “valor activo”.

El primer paso está representado por una “diversidad simple”; a ésta lesobreviene un “contraste” que se intensifica hasta llegar al “conflicto” y desemboca finalmente en la “solución” de las contradicciones.

La misma sólo se alcanza EN la lucha y POR la lucha, y no consiste en una conciliación de los contrastes, ni una síntesis de lo viejo que se abra al nacimiento de lo nuevo, SINO EN UN SIMPLE ANIQUILAMIENTO DE LO VIEJO.

Marx y Engels en estado puro. ¿No se ve en estos conceptos una manifiesta semejanza con el avance impiadoso de La Cámpora, Barrios de Pie, Movimiento Evita y los trotskistas de Quebracho (entre muchos otros), protegidos por el mascarón de proa de un kirchnerismo residual confrontador “à outrance”?

Según su doctrina, las contradicciones antagónicas se dan “naturalmente” entre grupos sociales que persiguen fines materiales opuestos, que aparecen claramente señalados por las pujas naturales existentes entre capitalistas y proletarios, terratenientes y campesinos, potencias imperialistas y países coloniales.

Para terminar afirmando que el partido comunista –basándose en el método de la dialéctica materialista-, asume oportunamente las contradicciones que aparecen en el curso de su evolución dentro de la sociedad, organizando al pueblo y dirigiendo sus esfuerzos DE FORMA TAL QUE LAS MISMAS QUEDAN RESUELTAS (sin aclarar cómo), LO QUE PERMITE QUE LA SOCIEDAD  CAMINE HACIA UN COMUNISMO ASEGURADO.

¿No es éste el aroma que destila el pensamiento “dinámico” de los Larroque, Baradel, D´Elía, Esteche, Cabandié, Milagro Sala y compañía?

¿Qué hace falta aún para que dejemos de creer que el problema de las revueltas que están conmoviendo el orden público es una respuesta popular a la pobreza y la supuesta “insensibilidad” del gobierno del ingeniero Macri, sino que se está configurando en realidad el avance de un verdadero “ejercicio” revolucionario?

¿No fue auspiciado todo esto por un kirchnerismo que durante diez años, ocupó la administración pública para “hacer política” usando cualquier resorte espurio que tuviese a mano?

¿Cómo es posible que la gente se trague inocentemente el cuento de la “redistribución de la riqueza” que nos quiso imponer una pequeña banda de delincuentes seriales organizados que ahora se complotan (hace unas horas en santa Cruz) para prepararse a boicotear todas las propuestas del gobierno HASTA EL FIN DE SU MANDATO?

Cuando las pandillas radicalizadas comienzan a utilizar en su discurso la palabra “evolución”, están significando en realidad que persiguen la negación de las tradicionales formas democráticas de hacer política.

Las fuerzas organizadas aún hoy detrás de las polleras de Cristina Fernández (tótem de una revolución de la cual ni se dio por enterada, ciega como está por la adoración de sí misma), buscan imponer sus diferencias sin atisbo de moralidad alguna, tratando de adecuarse a las circunstancias mediante procesos “vitales” desplegados con violencia.

Estos consisten en ganar calles y plazas agresivamente para confrontar desde allí con el gobierno constitucional.

Todo esto, sostenido por una “táctica” que sostiene el “arte de la dirección política” (sic), mediante el cual los dirigentes del movimiento revolucionario deben demostrar una “maestría” en la ejecución de los intereses populares, consistente en: a) idoneidad para trabajar con las masas, b) capacidad para trabar acuerdos circunstanciales con eventuales aliados políticos, c) determinación para elegir las formas adecuadas de lucha y d) claridad para encontrar el “eslabón principal”.

Éste último, surge claramente recorriendo algunos conceptos de Lenín que hoy parecen olvidados: “el ser solamente revolucionario y partidario del socialismo y del comunismo”, dice éste, “no es suficiente. Hay que saber distinguir en cada momento aquél ESLABÓN PRINCIPAL al que se debe asir con toda la fuerza para sujetar la cadena entera y preparar con mano segura el paso al eslabón siguiente; para lo cual, el orden de los miembros, su forma, su ligazón y sus diferencias entre sí deben funcionar como una cadena ordinaria, forjada por un herrero” (sic).

¿No se ve la clara semejanza con las huelgas, paros e invasión de la vía pública encadenados “ordenadamente” en estos días en un “crescendo” alarmante?

¿Alguien puede creer que el motor de los mismos es la pobreza o los bajos salarios solamente? ¿No fueron los mismos problemas habidos durante doce años, en que el país no creció y las villas miseria se constituyeron, irónicamente, en un nuevo destino “turístico”?

A no engañarse: detrás de la estupidez de un peronismo que rodeó a la que hemos denominado ya como una pareja diabólica (Néstor y Cristina Kirchner) y aún sigue batiendo el parche en favor de estos inadaptados, se fue formando una sub organización territorial que aprovechó las armas que se les puso en las manos y hoy están dispuestos a usar contra quien fuere.

Habría mucho más para decir, pero confiamos en que los ciudadanos pacíficos comiencen a comprender, ante las evidencias de la realidad que tienen a la vista, que el problema de estos días no es Macri o Cambiemos, o los salarios, o la inflación: ES LA TOMA DEL PODER FINAL, POR MEDIO DE LA BRUTALIDAD NECESARIA A TAL EFECTO.

En diciembre de 2015 estuvieron a un paso de lograrlo.

Carlos Berro Madero

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