En este inverosímil sistema electoral en el cual alguien llega a presidente con el 45%, no con el 50% más 1 voto (como sucede en casi todas partes), o con el 40% si la diferencia con el candidato que lo sigue es de más del 10%, Alberto debería sacar menos del 45% y Macri más del 35%. Difícil.
Nada es imposible, pero pareciera poco probable. Lo que habría que tener en claro son las consecuencias a futuro que tendrían estas elecciones. No se elige sólo un Frente electoral, un partido u otro, se elige un sistema de vida, se elige entre la libertad y la coacción, entre la ley y la arbitrariedad, entre la República y el autoritarismo.
Se elige entre la obra pública construida, con un costo 40% menor y la obra declamada y no construida y pagada un 40% más. Se elige entre importar energía a costos increíbles (energía escasa, a veces de mala calidad, la venezolana) o volver al autoabastecimiento y hasta la exportación.
Se elige entre exportar menos carne que Paraguay y Uruguay y casi dejar de exportar, o volver a exportar desde materias primas hasta insumos que nunca se habían exportado. Se elige entre darle todo el poder a los punteros con respecto a los subsidios o al hecho de haber bancarizado a la mayoría de los subsidiados.
Se elige entre un país que exportó poco y a pocos países y otro que exporta a Rusia, Japón, EEUU y hasta podría exportar a toda la Unión Europea. Se elige entre la feroz hipocresía de un Frente cuyos gobernadores lloran por el hambre de los chicos, exigen una ley alimentaria y al mismo tiempo rechazan la rebaja del IVA a los alimentos esenciales, mientras el otro Frente hizo algo para remediarlo.
Se elige entre un gobierno que mentirá las encuestas para no hablar de inflación y no contará pobres para “no estigmatizarlos”, y otro que por desagradable que sea la verdad, la dirá. Se elegirá entre un gobierno mentiroso que sostiene que hizo todo bien y otro que admite errores.
Se elige entre un gobierno amigo de los países que hambrean y esclavizan a su gente como Irán, Cuba, Venezuela, Nicaragua… y otro que está alineado con los países libres del mundo; los países prósperos, los países que eligen los migrantes que escapan de los países antes nombrados.
Se elige entre la censura y la libertad de prensa. Se elige entre cambiar la Constitución Nacional por una bolivariana y sin poder judicial y el respeto a la Constitución que ha hecho de nosotros una nación. Se elige entre la reforma agraria y un campo que es nuestra principal industria.
Se elige entre ladrones y chambones. A cualquier marciano le parecería lógico y racional elegir, a pesar de no estar totalmente de acuerdo, a los chambones. Pero los argentinos somos tan curiosos, o tan desinformados, o tan corruptos, que parece que vamos a elegir a los ladrones.
Esperando lo inesperado, parafraseando a Roque Saénz Peña: “Quiera el pueblo votar”. Añadiría, sepa el pueblo votar después de pensar. Pensar por qué vota, para qué vota y sobre todo, sabiendo a quienes vota.
Malú Kikuchi
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