Loris Zanatta

¿Qué busca Cristina Kirchner? ¿Por qué? El acto del 25 de mayo impone la misma pregunta de siempre, fuerza las mismas respuestas. Ella suena, nosotros bailamos. Se vé que funciona.

En el feudalismo no hay gobierno de la ley, sino ley del gobierno, y puede darse en vastas dimensiones, como Formosa o Santiago del Estero, con comunidades cerradas y pueblo en lugar de individuos

Aquí vamos de nuevo: después de nosotros, el diluvio. ¡Como si no diluviara ya y la Argentina no tuviera agua al cuello! Aníbal Fernández nos lo recordó, por si lo habíamos olvidado, Juan Grabois lo anunció hace meses: o ganan ellos o habrá “sangre y muerte”. 

Bergoglio parece anunciar la muerte del “colateralismo” de la Iglesia con el peronismo, como murió hace tiempo el que existía en Italia entre la Iglesia y la Democracia Cristiana

Jorge Bergoglio sabe jugar diferentes roles al mismo tiempo, ser a la vez democristiano italiano y peronista argentino, cruzado anticapitalista y cultor del mercado social, populista y popular 

Los argumentos de la Carta de Madrid replican, invirtiéndolos, los de la orilla opuesta: el Grupo de Puebla.

El ataque a la Corte no es un plato del día sino la sopa de siempre, la reedición del juicio político de 1947 con el que Perón se cocinó un tribunal a la medida

Sus jugadores dan vueltas al mundo y en el mundo compiten, la competencia los mejora, las mejoras dan resultados y animan a emularlos, el éxito genera confianza y libera energía estimulando el progreso. Lo contrario de la Argentina nacional popular, tan cerril y autárquica.

En la cultura política peronista, en el sistema de valores de la tradición populista, el victimismo es un sabroso capital político; escapar de la ley de los hombres es la vía más eficaz para invocar la ley de Dios 

El futuro del peronismo es siempre el pasado. No el pasado como historia, sino como mito, reluciente y perfecto. Un invento.

Alrededor de la Reina hay un clima de bajo imperio, de sálvese quien pueda.

Sujeción o ciudadanía, obediencia o responsabilidad; de esto se trata en Ucrania ahora como en Polonia antes, con Putin como con Hitler, en la Argentina ayer y hoy; no es una cuestión de “derecha” o “izquierda”

No es por “amor” que el peronismo aprovechó para exprimir del crimen hasta la última gota; fue para sacar ventaja política, deslegitimar a la oposición, atacar al Poder Judicial, rehacer su maquillaje

La política por mano judicial conduce a la justicia por mano política. Y viceversa. Un desastre para el estado de derecho.

No es raro que algunas fotos nos recuerden el pasado menemista de tantos kirchneristas puros y duros de hoy; ¿quién dice que varios no estén listos para hacer el mismo viaje al revés, para subirse al bote salvavidas de Massa antes de que se hunda todo el barco?

Evitismo: nada en esa mentalidad económica promueve la autonomía personal, la movilidad social, la iniciativa individual; todo fomenta la dependencia, el oportunismo, el clientelismo

De Heráclito a Hitler, de Platón a Marx, de Esparta a La Habana, el profetismo siempre incubó el totalitarismo; la historia, en el mejor de los casos, es el doloroso viaje de la humanidad entre errores y correcciones

No se puede tener un estado de bienestar de país escandinavo con un sistema productivo de socialismo real y un sistema sindical de corporativismo fascista

Para entrar en la UE, Portugal y España tuvieron que completar la transición democrática; para la comunidad latinoamericana, la democracia parece opcional; ¿es el mensaje de la polémica por las invitaciones a la Cumbre?

Si fuera sólo un vicio kirchnerista, paciencia, uno más o uno menos, cambia poco. Pero es una costumbre extendida en las diversas latitudes políticas y en todos los estratos sociales.

El año pasado, cuando mi hijo, un joven estudioso de cosas rusas, me mostró un breve ensayo sobre Alexandr Dugin, me morí de risa: ¡otro peronista! ¡Ruso esta vez! Pobre hijo, le tomé el pelo, te fuiste a las antípodas para “matar al padre” y caíste en el mismo embudo. Es así: todas las historias son locales, todos los fenómenos son universales.

 

Las sociedades occidentales son un revoltijo de libertad y vulgaridad, generosidad y mezquindad, creatividad y superficialidad, pero no pretenden obligar a nadie a ser un pueblo, un país, una cultura, al mando de un jefe, claro

 

Las reacciones ante la guerra iniciada por Vladimir Putin. Referentes regionales de la izquierda toman distancia de Nicolás Maduro.

 

La Argentina necesita al FMI porque gasta mucho y mal, recauda poco y produce menos, castiga a inversores y exprime a ahorristas, destroza la moneda y oculta el déficit con inflación, fábrica de miseria

 

¿Firmará el Gobierno un acuerdo con el Fondo Monetario? Seguro que el culebrón durará un rato más, en un crescendo teatral, entre indiscreciones y escándalos, frases grandilocuentes y gestos para la platea.

 

En noviembre marchó para celebrar la derrota electoral y ahora amenaza con apoyar una marcha contra la Corte Suprema; las marchas son los San Perón del siglo XXI

 

 

Todo cambia en la historia, pero nada desaparece por completo; mitos e ideas, odios y amores que animaban a ambos extremos van y vienen, se desvanecen y vuelven

 

 

Combatir la inflación congelando los precios es como eliminar el tráfico eliminando los semáforos. ¡Inténtenlo! Los precios no son de plastilina, no se pueden manipular a voluntad: si lo hacés, te pasan factura. Tampoco son el demoníaco diseño de especuladores voraces.

 

 

Es más fácil disparar contra el Estado que proponer su reforma, llamar a cruzadas que tejer alianzas, negar el cambio climático que enfrentar sus desafíos.

 

 

La “platita”, las heladeras y la comida preelectorales, en la tradición de las citas de Eva con el “pueblo”

 

 

En cualquier democracia occidental, es difícil imaginar una explícita intervención eclesiástica en la coyuntura política; no es el caso de la Argentina

 

 

Todo surge de una derrota electoral. El que gana canta y festeja, el que pierde llora y desespera.

 

 

Arrojada del tren de la Ilustración al que intentaba subir, la Argentina fue devuelta por el peronismo a la carroza de los Reyes Católicos

 

 

Como Castro y Perón, Chávez y Morales, Castillo es hijo legítimo de la cristiandad hispana; en su nombre se combaten el racionalismo ilustrado y la secularización

 

 

¿De veras el Gobierno tardó tanto en contratar Pfizer y otras vacunas porque son producidas en Estados Unidos? ¿Por las diabólicas multinacionales farmacéuticas? ¿Porque son “occidentales” y “capitalistas”? Pasó meses agarrándose de los clavos y poniendo excusas, pero cuanto más tiempo pasa, más evidente parece: ha comprado o descartado vacunas con base en criterios ideológicos. Como aquellos que no beben Coca-Cola ni escuchan rock porque son “imperiales”; no lo son ni más ni menos que el cine o el motor eléctrico, la teoría de la evolución o la de la relatividad, casi todo lo que usamos y consumimos cada día.

 

 

La hegemonía de la “nación católica” es el lastre que pesa sobre el desarrollo de un país donde la política y la economía no se emanciparon de la teología

 

 

No se necesita un telescopio para ver cómo avanza el tsunami populista y se tambalean por todos lados las instituciones republicanas.

 

La campaña de vacunación avanza a paso de tortuga. Por todos lados se oyen acusaciones y coartadas, reclamos y justificaciones, ataques y contraataques. El Gobierno está en el banquillo, pero no puede quejarse: suya es la responsabilidad, suyas las expectativas desatendidas. Es fastidioso recordarlo, pero apenas ha pasado un año de las famosas filminas, poco menos desde que el Presidente anunció triunfal el acuerdo con AstraZeneca: ¡la Argentina iba a liderar la cruzada contra el virus! Pensándolo ahora, en verdad sí hay de qué sonrojarse. El tiempo no perdona. El príncipe debe ser amado y temido, escribió Maquiavelo, nunca caer en el ridículo. ¿Quién volvería a respetar su autoridad?

 

 

La encrucijada es la de siempre: reforma o redención, pragmatismo o mesianismo, democracia o autocracia. No son diferentes matices de una misma cosa, sino cosas opuestas, visiones del mundo alternativas.

 

 

Es hora de desacralizar la política, de emanciparla de la teología, de secularizarla; que la inteligencia colectiva prime de una vez sobre el capricho del caudillo “popular”

 

 

No hay un día en que no se sepa de un argentino que emigra, expulsado por el cerril nacionalismo populista

 

El de Formosa no es un caso único en la Argentina ni en América Latina. No es el primero ni será el último. Nos acostumbramos a llamarlos “feudos”, y en el fondo eso es correcto: hay un monarca llamado gobernador y unos súbditos llamados ciudadanos, pero no es la ley la que reina, su impersonalidad, su universalidad. El “feudo” se basa en relaciones serviles y personales: protección a cambio de lealtad, favores a cambio de obediencia, prebendas para el devoto y ostracismo para el hereje.

 

 

¿El Gobierno considera oportuno vacunar a ministros, gobernadores, jueces de la Corte, a todos los altos cargos del Estado? ¿A otros más? ¿Basado en su rol institucional? Legítimo. Siempre que no dependa del partido, la familia, la billetera; que explique quién y por qué; que se responsabilice por ello. La transparencia lo es todo en democracia. Algunos fruncirán la nariz: ¡la casta habitual! Otros aprobarán: es lo correcto. Todos expresarán su opinión en las urnas, sobre esto como sobre el resto.

 

 

¿Qué demonios de peronismo fue el menemismo? ¿Una anomalía, un error?

 

“Mirada etnocentrista”. El ministro de Gobierno de Formosa desestimó así las acusaciones de violación de los derechos humanos. Traducido: la gente de la Capital, blanca y próspera no puede entender la “cultura” de nuestro “pueblo”.

 

 

Nada es más arrogante que el nacionalismo, nada más presumido que la autarquía. Ojalá que el triste final de Trump anuncie también el final de estos tiempos oscuros.

 

No creo que los kirchneristas conozcan la historia del peronismo. Es probable que hayan ingerido pequeñas píldoras, leído los clásicos del “socialismo nacional”, asimilado cierta catequesis. Sin embargo, hacen lo que el peronismo hizo, dicen lo que dijo, siguen las huellas que dejó. ¿Coincidencia?

 

 

 

¿Cuándo se jodió la Argentina? ¿Por qué perdió el rumbo? ¿Cuándo y por qué comenzó a caer por la pendiente de la decadencia? La pregunta, lo sé, no es nueva ni original. Es más bien vieja y rancia. También está mal planteada. ¿De qué decadencia estamos hablando? ¿Económica, civil, institucional? ¿Moral? Quizás sea inútil: no hay una respuesta única, ni habrá consenso. Sin embargo, no hay forma de evitarla, la realidad la impone: el declive de la Argentina es un caso único en la historia contemporánea.

 

 

El 2 de mayo de 1950, The New York Times anunció la concesión de un crédito bancario a la República Argentina. Perón había estado llamando a la puerta del gobierno de Estados Unidos durante meses. Con tal de que no lo llamen "crédito", suplicaban sus emisarios. ¿Como justificarlo, si no, ante los descamisados que solía arengar contra el Imperio, los cipayos, los vendepatrias? ¿Cómo explicar que la Argentina "soberana" del justicialismo iba a Washington con el sombrero en la mano? La historia de las deudas argentinas, por si hubiera dudas, viene de lejos.

 

 

La Argentina no es Venezuela, pero lo intenta. Hay semejanzas que dejan pensando. A ver si esta historia les sugiere algunas.


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