Rogelio Alaniz
No creo descubrir la pólvora si digo que el país no anda bien. La pobreza es alta y los sueldos no alcanzan para llegar a fin de mes. Nadie, ni el aristócrata ni el burgués más insensible podrían negar este dato evidente de lo real. El problema no es desconocer lo obvio, sino decidir qué hacemos políticamente con ello. Que los sueldos no alcanzan o que en la Argentina hay pobres es algo que yo escucho hablar desde que era niño, es decir, desde hace más de medio siglo.
Ya se sabe que gobernar es comprar problemas. Si a esta verdad Macri no la conocía ahora la está aprendiendo en un curso acelerado e inmisericordioso.
Omar Suárez, el señor que responde al sugestivo apodo de Caballo, está detenido y acusado de extorsión y asociación ilícita.
Los hechos se reiteran con una exasperante y acongojadora monotonía. Los escenarios, los protagonistas y los objetos en juego se parecen.
El gobierno debe hacerse cargo de que no está luchando contra adversarios políticos sino contra enemigos jurados.
El peronismo se prepara para ejercer la oposición y, obviamente, recuperar el poder perdido en diciembre del año pasado. Lo hará a su manera, en su estilo, con sus ansiedades, pero también con sus incertidumbres y sus disputas internas a veces amables, a veces facciosas. El tema merece pensarse porque se trata de una fuerza política mayoritaria, tal vez la más consistente, tal vez la más extendida en todos los campos de la actividad nacional.
Más allá de los aciertos y errores, el estilo del Gobierno tiende a despojar a la política del faccionalismo y de la retórica anacrónica, revaloriza la idea de administración y vuelve al arte del acuerdo, lo que acaso permita recuperar la normalidad institucional
Los regímenes que hicieron de la corrupción el eje principal de su actividad de gobierno merecen ser sancionados ejemplarmente sobre todo cuando existen condiciones sociales y culturales para que esto sea factible.
El presidente de la República tiene la máxima investidura de la Nación, un título que no lo constituye en monarca absoluto, pero tampoco en un maniquí complaciente de cuanto personaje famoso pulule por los escenarios de la farándula.
Las diversas y controvertidas especulaciones que se hacen respecto del destino político o penal de la "Señora", confirman una vez más que la Justicia, lejos de ser ciega como la presenta cierta folletería, actúa con los ojos abiertos y distingue muy bien a los débiles y a los poderosos, no escatimando rigores y sanciones para unos, y licencias y contemplaciones para otros.
Tal vez sea una exageración decir que Hebe Bonafini logró torcerle el brazo a la Justicia con la misma eficacia que en su momento lo hicieran Aldo Rico y Seineldín, los jefes carapintadas que también suponían que contaban con fueros especiales para alzarse en armas y desafiar al Estado de derecho.
Una cuota de verdad poseen los cada vez más acongojados y afligidos kirchneristas cuando sostienen que los sucesivos escándalos de corrupción perpetrados por el sedicente gobierno nacional y popular les vienen como anillo al dedo a Macri para aplicar lo que consideran las detestables políticas de ajuste, entrega y hambre.
No sería ni deseable ni justo que, para evitar correcciones cuya necesidad nadie desconoce, nos precipitemos al abismo, el lugar hacia donde marchábamos alegremente bajo la batuta y las flautas del populismo.
La cascada de episodios de corrupción que sacudieron a la opinión pública esta semana, pone en evidencia que la mugre política del régimen kirchnerista alcanza a todos los estamentos del poder, desde el más empinado al más modesto.
Habría que preguntarse si el gobierno nacional no incurrió en un error de apreciación y en una suerte de pecado de optimismo al anunciar que en el segundo semestre del corriente año adquirirían visibilidad los beneficios de su gestión. El interrogante es apenas un ejercicio intelectual, porque sospecho que ya se sabía que de la noche del 30 de junio a la madrugada del 1 de julio no iban a producirse hechos extraordinarios.
Moreno no es más que el fogonero de una conspiración cuyas consecuencias prácticas se insinúan con todos sus efectos perversos en las calles, y que sus titulares asumen con notable sinceridad...
La escena un tanto grotesca, un tanto siniestra, de un ex secretario de Estado del régimen kirchnerista, pretendiendo saltar los muros de un convento para enterrar bolsas que contenían dólares, euros, yenes, relojes, bijouterie y armas largas, parece actualizar algunas reflexiones de Jacobo Timermann acerca del comportamiento de ciertos peronistas, quienes luego de hacer un negocio turbio de un millón de dólares, también se roban el cenicero que reposa en el escritorio de su confiado socio.
El presidente Macri anticipó que iba a vetar la llamada ley antidespidos, y lo hizo. Como se dice en estos casos: el que avisa no es traidor. Los opositores pusieron el grito en el cielo.
Si Lázaro Báez y Ricardo Jaime no estuvieran presos, y si la situación jurídica de la Señora no fuera tan complicada, es muy probable que el periodista -¿es necesario agregarle la calificación de kirchnerista?- Hernán Brienza no hubiera escrito la nota publicada en Tiempo Argentino, en la que considera que la corrupción democratiza la política.
El Papa Francisco sostuvo que como pastor no le quedaba otra alternativa que recibir a la señora Hebe de Bonafini. Imposible refutar esa argumentación en la que piedad y compasión se suman en un exclusivo acto humanitario.
No me gustan los escraches y los escrachadores. Y no lo digo para posar de moderado o hacerme el buenito. Lo dije siempre, desde que los señoritos K decidieron iniciar esta faena considerada patriótica y revolucionaria.
¿Qué responder si un extranjero pregunta qué concepto nos merece el gobierno de Macri? La primera tentación a eludir sería la de encasillarnos en las categorías de derecha o izquierda, porque ellas no alcanzan a explicar los dilemas de la política nacional. Y cuando las categorías no encajan en la realidad, lo mejor es dejarlas de lado.
Tal vez no les falte una pizca de razón a quienes insisten en que ya es hora de dejar de hablar de Lázaro Báez. En efecto, el señor Báez es un cajero, un operador o un muchacho de los mandados.
La Señora procesada. La causa se llama dólar futuro, pero a la vuelta del camino, no muy lejos de sus habituales lugares de paseo, la esperan otras causas, más visibles, más evidentes, más escandalosas.
Amado Boudou, brindando una clase magistral en una facultad de la Universidad Nacional de la Plata; una clase alrededor de las nuevas modalidades de la dominación imperialista en América Latina constituye el episodio político más aleccionador de la semana y una sorpresiva y reveladora moraleja acerca del estado político del actual debate ideológico.
Las mujeres votaron para elegir presidente de la nación el 11 de noviembre de 1951, es decir, hace más de sesenta años, por lo que podría deducirse que hoy una mujer jubilada nació con los derechos políticos plenos.
El 12 de octubre de 1916 “cayó” jueves y a juzgar por las intensas actividades cívicas de ese día se supone que se declaró feriado, aunque en aquellos años no existía el actual boom turístico y, mucho menos, “los fines de semana lagos”. La fiesta popular sin dudas que estaba justificada.
El delito existe desde los tiempos de las tribus. Sin ir más lejos, el Código de Hamurabi se sancionó hace más de tres mil años.
Insfrán no tuvo problemas en ser menemista, duhaldista, kirchnerista y cristinista, lealtades ocasionales y oportunistas que nunca alcanzaron a disimular su profunda y exclusiva identidad peronista.
¿Alguien se preguntó por qué la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, es amenazada periódicamente por delincuentes de diversa calaña, mientras que en su momento el señor Daniel Scioli la única amenaza que padecía fue la de su esposa Karina Rabollini quien le aseguró que si no ganaba las elecciones lo dejaba plantado, amenaza que cumplió con su habitual y reconocida escrupulosidad?
No sé si la anécdota es verídica, pero muy bien puede llegar a serla.
Alguna vez escribí que los candidatos que preferían los norteamericanos para presidente no eran los mismos que los que prefería el resto del mundo. Después de lo de Obama pensé que me había equivocado o que una vez más no convenía generalizar.
Una familia como tal puede resultar algo muy enternecedor, pero eso no es ninguna garantía de inocencia, es más, a veces es un indicio elocuente de lo contrario.
A los líderes piqueteros me gustaría preguntarles si su reclamo de sindicalización nace de su conmovedor amor a los pobres o porque sencillamente aspiran a transformarse en nuevos burócratas sindicales con sus correspondientes beneficios, privilegios y cuotas de poder.
Los penalistas afirman que hay una garantía que se debe respetar al pie de la letra: un delincuente no está obligado a declarar contra sí mismo. Impecable.
Habrá que ver qué ocurre la semana que viene en la Cámara de Senadores con el proyecto de impuesto a las Ganancias propuesto por la oposición peronista.
Irresponsable
Se dice que un político es irresponsable cuando no se hace cargo de las consecuencias de sus decisiones.
El “compañero” Macri
Si como dijera el filósofo Miguel Ángel Pichetto, el peronismo real es el de los sindicatos y los gobernadores; en el reciente conflicto por el denominado impuesto a las Ganancias quien brindó una lección de peronismo de alta escuela fue el señor Mauricio Macri, acordando precisamente con los gobernadores y la CGT.
Superar al populismo como se superó al militarismo
El gobierno llegó a fin de año. Lo hizo negociando, proponiendo iniciativas, equivocándose en algunos casos, acertando en otros. En definitiva, como lo hace cualquier gobierno normal en cualquier país normal del mundo.