Joaquín Morales Solá

Si se cristalizaran el conflicto y los insultos internos de estos días, resultaría imposible imaginar a esa coalición ganando las próximas elecciones presidenciales 

Ricardo López Murphy hizo pública una cifra que solo conocían los economistas y la mantenían en reserva. Según la unanimidad de los profesionales de la economía, las reservas del Banco Central son negativas en unos 7000 millones de dólares. Es decir, el Banco Central está gastando dólares que no tiene y que saca de los encajes, que son dólares de los ahorristas.

Marijuan pidió el sobreseimiento de la vicepresidenta en la causa en la que Lázaro Báez fue acusado de haber lavado 55 millones de dólares a pesar de comprobar que hubo al menos 370 cruces telefónicos; sus nexos con Massa 

Quizás la hondura de la crisis nacional, política y económica está ocultando las decadencias explícitas o implícitas. La política (y la sociedad) asume como natural, por ejemplo, que Cristina Kirchner se haya convertido en apenas la jefa de un partido político del conurbano.

No hay peor ejemplo que el de una persona sin principios ni sensibilidad que le atribuye injustamente a alguien la muerte de otra persona 

Los apremios del presente suelen quitarle protagonismo a la historia. La renuncia de Cristina Kirchner a la candidatura presidencial fue un hecho histórico, en parte sepultado por los arrebatos de la volátil contingencia. Fue el final para una dinastía política en la cima misma del poder formal y real. Un tiempo político quedó definitivamente herido.

Es un país cada vez más raro. El ministro de Economía, Sergio Massa, exige la condición de candidato único del peronismo en las próximas elecciones presidenciales. ¿Estamos ante un “milagro” económico argentino? ¿Su autor merece, acaso, el mayor trofeo de la política argentina: la presidencia de la Nación? No. El viernes, la economía le asestó a Massa el golpe brutal de un 8,4 por ciento de inflación mensual. La idea de estabilizar la inflación en el 7% mensual (que ya era un número muy alto) parece ahora una utopía.

La grosería política de Aníbal Fernández (“las calles estarán regadas de sangre y de muertos si gana la oposición”) anticipó la suciedad en la que se desplegará la campaña electoral. Tal vez el ministro de Seguridad se pegó un tiro en el pie, porque la gravedad de esa frase solo es comparable con la quema del cajón de Herminio Iglesias en 1983, que condenó al peronismo a una devastadora derrota frente al radical Raúl Alfonsín.

El lamentable espectáculo que dieron todos los dirigentes de Pro indica, por un lado, que la política y la ambición son capaces de destruir las relaciones humanas más largas y entrañables que se puedan imaginar 

En días recientes, el Gobierno se enteró de la peor manera (por la muerte injusta de un chofer de colectivos) de que el narcotráfico, el narcomenudeo y el consumo de drogas estalló en el violento conurbano bonaerense 

El ministro es un cultor de las soluciones mágicas: así como dijo que él resolvería la gravísima situación de Rosario en solo quince días, el lunes creyó que su sola presencia acallaría la furia de quienes habían perdido a un compañero 

De la Argentina como puerta de entrada del dictador ruso Putin para América Latina al apretón de manos con toqueteo del codo incluido a Joe Biden. Ni Alberto Fernández ni Biden imaginaban que una jueza de Nueva York preparaba por esas horas una demoledora sentencia contra la mala administración de Cristina Kirchner cuando nacionalizó YPF.

Su decisión desbloquea la interna de Juntos por el Cambio, que deberá esforzarse para no seguir con el espectáculo de discordias internas; el Gobierno no está bien, pero nadie sabe con exactitud hasta dónde llegará el crecimiento de Milei 

Lo anunció en un video en redes sociales; la decisión sucede en momentos en que algunos dirigentes de Juntos por el Cambio le pedían que encabezara la fórmula principal de la coalición; el impacto en sus rivales 

Lo anunció en un video en redes sociales; la decisión sucede en momentos en que algunos dirigentes de Juntos por el Cambio le pedían que encabezara la fórmula principal de la coalición; el impacto en sus rivales 

No tienen un solo candidato con perspectivas ganadoras, no pueden ponerle freno a la creciente crisis económica y temen salir terceros en la primera vuelta de octubre de las elecciones presidenciales de este año, después de Juntos por el Cambio y de Javier Milei.

La historia reciente de la política argentina está cargada de casos de dirigentes que parecían desquiciados y que, al final, fueron desquiciados cuando llegaron al poder 

Al peronismo se le está disolviendo la figura que, según varios de sus dirigentes, era la más taquillera frente a las próximas elecciones presidenciales.

La coalición gobernante exhibe casi obscenamente la falta de liderazgos no solo en el cristinismo, sino también en el peronismo en general 

No es solo por el robo cuyas pruebas acaban de exhibir tres jueces, sino por su incapacidad para devolverle el poder del país. Pero una idea recorre al peronismo: el liderazgo de Cristina Kirchner debe concluir en el próximo mandato presidencial y el justicialismo debe renovarse. Es el proyecto que como un rumor creciente se extiende entre gobernadores e intendentes.

El Gobierno reaccionó cuando la justicia por mano propia se extendió en Rosario, el lugar en el que debió estar presente el Estado para combatir al narcotráfico 

Lionel Messi, el más grande ídolo mundial del fútbol, es también un hombre limpio y honesto. Sus suegros, José y Patricia Roccuzzo, son conocidos en Rosario por formar una familia trabajadora, decente y de maneras humildes. “El genio es mi yerno, no yo”, suele bromear José mientras descarga mercaderías del camión para su supermercado.

La iconografía kirchnerista ha creado un mito falso. Cristina Kirchner es, dice la leyenda, la persona más poderosa del país. Una política implacable que puede definir las condiciones del futuro o cambiar su rumbo. Detrás de ese barniz, no hay nada.

Un fallo del juez Lijo sumó una nueva refutación a la embestida del oficialismo contra la Corte Suprema, el último capricho de Cristina Kirchner 

Las dos grandes familias políticas argentinas (el peronismo y el no peronismo atenuado) que se turnaron en el poder entre 1983 y 2019 corren el riesgo de perder la hegemonía electoral en este año. Una sociedad fatigada de sufrir y de contemplar a una dirigencia política impotente o indiferente está buscando nuevas puertas para salir de su laberinto.

El país pierde soberanía donde no existe la autoridad del Estado, que acepta la presión de grupos que no puede o no quiere controlar con las fuerzas de seguridad; la situación que viven muchos habitantes de la Patagonia es dramática y desesperante 

Era improbable que los Kirchner restituyeran a los militares en el espionaje sobre las cuestiones internas del país. Pero sabemos cada vez con más certeza que el relato es una cáscara vacía.

Hablan un idioma que nadie conoce. La indiferencia social de la dirigencia gobernante (y el exacerbado internismo de la opositora) creó un peligroso vacío en la conducción política del país. ¿Alguien cree en el Gobierno que el juicio político a la Corte Suprema es un tema que conmueve a la sociedad? En todo caso, ¿alguien cree que no hay temas de mayor preocupación social que el acoso del kirchnerismo al máximo tribunal del país?

La vicepresidenta no tolera la sola idea de otro mandato de Alberto Fernández; De Pedro, Máximo Kirchner y Larroque fueron enviados a protagonizar la estocada; las reflexiones del Papa 

Ni Cristina Kirchner ni Alberto Fernández se privan de promover banales escándalos frente a una sociedad asediada por sus propias penurias 

La administración de Fernández y Kirchner denuncia que es víctima de violaciones a los derechos humanos mientras invita a Buenos Aires a los dictadores que violan en sus países todos los derechos de las personas 

El cuarto gobierno kirchnerista está dando material como para escribir una historia universal del macaneo, para parafrasear a Borges con su Historia universal de la infamia. Si bien se mira lo que está sucediendo en la Justicia, el juicio político a la Corte Suprema se muere antes de nacer.

Si bien Cristina Kirchner es la principal ideóloga de la paulatina destrucción del sistema democrático argentino, son Alberto Fernández y Massa los que tienen las atribuciones administrativas para llevar a cabo lo que ella no podría hacer nunca por sí sola 

Empecinada en arruinarles cualquier alegría a los argentinos (campeonato mundial de fútbol, fiestas de fin de año y ahora las vacaciones del estío), la dupla Cristina Kirchner-Alberto Fernández demostró que la profunda polarización de la sociedad argentina no es obra de la política y ni siquiera de la ideología.

El destino del juicio político a la Corte, impulsado por Alberto Fernández, depende de la actitud de Massa y sus diputados; si el tigrense se pliega a la estrategia kirchnerista, quedará en manos de la disciplina de la oposición 

El juicio político al máximo tribunal es otra ofrenda de Alberto Fernández a su mentora en la desesperada búsqueda de su apoyo a la candidatura a la reelección del actual presidente 

Cristina es la autora de la monumental crisis institucional y ya nada queda del Presidente que fue cuando inauguró su mandato 

Nunca nadie previó nada; la única obsesión del gobierno de Alberto Fernández fue, desde el momento del triunfo frente a Francia, lograr que los jugadores se reunieran con él en la Casa de Gobierno

Lionel Scaloni, el austero y sobrio director técnico de la selección argentina, no hizo nunca exhibición de simpatías políticas. Sucede lo mismo con los jugadores que hoy disputarán el campeonato mundial de fútbol en Qatar; la inmensa mayoría de ellos juega y vive, además, en el exterior. Sin embargo, es imposible no hacerse una pregunta: si el equipo argentino lograra la Copa del Mundo, ¿tratará el Gobierno de aprovechar esa circunstancia en beneficio propio?

Cristina Kirchner, pretendida abogada exitosa, ignora las nociones más elementales del derecho. Culpó en público y airadamente a los jueces del tribunal que la condenó a prisión por hechos de corrupción (y a una homérica conspiración nacional e internacional) de querer proscribirla porque la penó también a la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. No fue una decisión personal de los jueces ni mucho menos el resultado de una conjura contra la jefa del peronismo.

La Justicia dio el primer paso en la revisión del pasado de corrupción del kirchnerismo: faltan todavía las causas de Hotesur y Los Sauces y los cuadernos de las coimas 

Insultos pornográficos, calumnias escandalosas, gestos groseros. Todo eso fue parte del espectáculo vulgar y chabacano que se vivió el jueves en la Cámara de Diputados. Cristina Kirchner está logrando la anarquía institucional poco antes de una condena probable. Ahora ya no es solo el Senado el que se alzó contra la Corte Suprema de Justicia; también se sublevó la Cámara de Diputados.

El kirchnerismo tiene la habilidad de crear problemas donde no los hay, además de no resolver ninguno de los que realmente existen

La primavera de Massa (que siempre fue solo cambiaria) llegó a su fin luego de un fugaz pasaje por una economía muy cerca del colapso. Los parches duran siempre un tiempo corto, no todo el tiempo. En esos mismos días, Cristina Kirchner debió doblegarse ante otra derrota política en la Justicia.

¿Vale la pena detenerse en los discursos de Cristina Kirchner? No. Corrompe la historia cuando habla del pasado. El mundo es el espejo en el que ella misma se mira si, en cambio, se refiere al presente. Dejemos entonces la megalomanía a un lado. Es más importante lo que hace que lo que dice.

Cristina Kirchner está cambiando ahora su actitud frente a Massa y replica la táctica que usa frente al Presidente: del horno a la heladera y de la heladera al horno 

Una incesante sucesión de escándalos. Todos artificiales. Es el modo de vivir de Cristina Kirchner, que lo traslada al país cuando ella está en el poder. Serán estrépitos falsos –y lo son–, pero la vicepresidenta acaba de romper un estatuto implícito de la política desde 1983: los dirigentes podían disentir sobre las ideas y hasta sobre la ideología, pero nunca se acusaron de intentar asesinar al adversario.

Llama la atención que siga vigente en un partido que fue siempre veloz para reemplazar los liderazgos políticos perdidosos, pero su peso político no es el mismo que el de hace tres años 

Apatía y lejanía. Esas palabras sintetizan el estado de la sociedad frente a la política, según todos los estudios de opinión pública. Más del 60 por ciento de la gente común no les cree a los dirigentes políticos, incluidos desde Alberto Fernández y Cristina Kirchner hasta Javier Milei, pasando por los líderes de Juntos por el Cambio.

Primero, lo importante. Cerca de 300 empresas industriales podrían parar en los próximos días por falta de insumos. La estrategia de Sergio Massa consiste en paralizar la economía a cambio de juntar dólares en el Banco Central, si es que hay dólares ahí.

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