Joaquín Morales Solá
El campo se le sublevó. La mayoría de la clase media está impaciente y crispada. Sus viajes al interior debe hacerlos dentro de una burbuja de seguridad porque lo rodea la protesta. Sucedió hace unos días en Salta y, hace algún tiempo, en Córdoba. Volvió a ocurrir el viernes en Tucumán. “Es el peor momento del Presidente”, dice un funcionario cercano a Alberto Fernández. A la crisis de la pandemia, que puso en vilo a los gobiernos de todo el mundo, se le sumó la crisis económica propia de la Argentina. Y la incapacidad de la administración para resolver con sentido común, y sin gestos autoritarios, tales conflictos.
Mauricio Macri es el líder político del sector más antikirchnerista de la sociedad, es el enemigo ideal para el cristinismo gobernante; la trama detrás de la quiebra del Correo
Hace unos doce meses, cuando Alberto Fernández creía en el poder curativo de la más larga y estricta cuarentena del mundo, él aseguraba que ganaría las elecciones de este año porque la sociedad le agradecería una vacunación masiva contra el coronavirus y una economía que estaría a estas alturas en plena expansión.
La brújula enloquecida de las relaciones exteriores argentinas compromete al país y al propio gobierno de Fernández; tal volatilidad es también un obstáculo para conseguir las vacunas, que no llegan o que son insuficientes
El árido desierto que cruzó durante cuatro años convirtió a Cristina Kirchner en peor de los que era hasta 2015. Más radicalizada, más mandona y más vengativa. La derrota y los reveses judiciales de esos años en la intemperie la convencieron de que solo en el poder estará tranquila.
La Nicaragua de Ortega es una dictadura, pura y dura; el cuarto gobierno kirchnerista está decidiendo sus alianzas internacionales según la falta de respeto a los derechos humanos y al sistema democrático
Hasta ahora, la excepcionalidad argentina consistía en las equivocadas decisiones económicas. Alberto Fernández acaba de agregarle al país un presidente excepcionalmente extraviado, injusto en sus descripciones y confuso en sus aseveraciones. La suma de tales desvaríos construye un país con pocas expectativas de futuro, que es el dato más relevante en cualquier medición sobre el estado de la sociedad.
La Argentina podría haber contado hasta fines de este mes con ocho millones de dosis de la vacuna Pfizer: casi un 20 por ciento de la sociedad estaría vacunada con ese inmunizante; es el doble del total de la población vacunada hasta ahora
Después de que la economía argentina basculara en los últimos diez años entre el estancamiento y la recesión, Alberto Fernández llegó por fin al diagnóstico: la culpa es del capitalismo. En un foro ruso –cómo no– sobre los avatares económicos del mundo, el Presidente señaló que “el capitalismo no dio buenos resultados” y se indignó frente a la pobreza y la desigualdad.
El voto contra Israel en el foro internacional más importante sobre los derechos humanos fue una nueva sorpresa de Alberto Fernández
Sostiene un viejo funcionario del kirchnerismo, que ya no está en el Gobierno, que a Cristina Kirchner hay que hablarle porque ignora muchas cosas. “El peor consejo que escuché es el de Zannini: él dice que hay que escucharla y no hablarle”, remata. Ignora muchas cosas, en efecto, pero ella sabe lo que hace cuando impulsa un giro brusco y definitivo en la dirección ideológica del gobierno que amadrina.
El frustrado contrato con la empresa Pfizer esconde la conclusión innegable de que hubo ineptitud argentina para gestionar la compra de vacunas
El kirchnerismo tiene una extraña habilidad para avanzar en increíbles venganzas y, al mismo tiempo, para fracasar en la solución de cualquier crisis. Una causa judicial escandalosa progresa en los tribunales, a pesar de que la denuncia fue hecha por dos empresarios, Cristóbal López y Fabián de Sousa, contra exfuncionarios públicos que los obligaron a pagar impuestos o a devolver el dinero del Estado que se habían quedado.
El Presidente reabre viejas disputas con la Justicia y con el sector agropecuario, en sintonía con las obsesiones de Cristina Kirchner
Va y viene. Otro cambio de planes para el Presidente. Tendrá que haber acuerdo con el Fondo Monetario antes de las elecciones (cuanto antes, más bien) si quiere que el Club de París no declare al país en default. Alberto Fernández se acomodó a esa realidad, dialécticamente al menos, aunque nadie sabe qué sucederá con Cristina Kirchner en la Argentina.
Pedro Sánchez, jefe del gobierno español, acaba de darle, queriendo o sin querer, una clase sobre el Estado de Derecho a Alberto Fernández. Sánchez contestaba una pregunta en clave interna española durante la conferencia de prensa conjunta con el presidente argentino.
Muchos amigos que tenía se fueron. Políticos que trabajaron con él toman distancia. Algunos funcionarios que llevó al Gobierno están incómodos, sobre todo porque no saben cuándo Cristina Kirchner, gerenta de Recursos Humanos del kirchnerismo, activará el despido. Alberto Fernández se ha convertido en un hombre desconocido para quienes lo frecuentaron.
Es el momento más difícil (y de mayor fragilidad) de Alberto Fernández: la Corte Suprema de Justicia lo enmendó ayer al Presidente y al profesor de Derecho en tres fallos coincidentes por haberse extralimitado en sus funciones como jefe del Ejecutivo
El laboratorio Moderna, que produce ahora una de las vacunas más eficientes del mundo, quiso hacer en su momento algunos ensayos con humanos en la Argentina. Así se lo hizo saber a funcionarios argentinos del ministerio que entonces conducía Ginés González García.
El país estuvo a punto de contar con 38 millones de dosis de vacunas de alta categoría y dejó pasar la oportunidad
Las revoluciones son crueles. Y lo son más aún cuando se trata de revoluciones que solo existen en la fantasía, cuando son una creación imaginaria de los que se benefician de ellas. El ejemplo histórico más clásico es el que protagonizó Robespierre durante los años del Terror de la Revolución Francesa. Ejecutó en la guillotina a una cantidad enorme de supuestos enemigos de la revolución, incluidos viejos amigos y compañeros suyos.
El Presidente necesita cubrir las falencias en la gestión del gobernador, quien cree que hay una conjura de innumerables intereses para destruir su carrera política
El 95 por ciento de la capacidad sanitaria privada de la Capital y el conurbano está completa. El colapso del sistema ya no es una hipótesis: simplemente está a la vuelta de la esquina. No es culpa de la Capital, ni de los runners, ni de los que viajan al exterior. Tampoco la solución vendrá de negarles a los jóvenes las clases presenciales, ni de cerrar el interior de los restaurantes, ni de poner a la Gendarmería en la calle.
La compra de dólar a futuro fue una decisión política. ¿Buena? Depende de quién lo mire, aunque hubo empresarios (sin simpatías con el kirchnerismo) que la justificaron en su momento porque necesitaban tener cierta previsibilidad para la compra de insumos importados. ¿Mala? Probablemente, sobre todo porque el gobierno de Cristina Kirchner realizó contratos de venta de dólar a futuro con vigencia hasta seis meses después de la conclusión de su mandato, en diciembre de 2015. Hubo contratos que duraron hasta junio de 2016.
En paralelo al reparto de bancas en el Congreso, las elecciones de este año transmitirán un mensaje que puede condicionar las actitudes de la Justicia, la dirigencia partidaria y los actores económicos
La batalla judicial que plantea el cristinismo apunta en última instancia a presionar para que se vayan los jueces y fiscales independientes y nombrar en su lugar a militantes; la paradoja de Rafecas
Pobre Guzmán. Un día antes de que tuviera una reunión clave con el Fondo Monetario, Cristina Kirchner se le adelantó y anunció que no pagarán la deuda con el organismo. Pobre Alberto Fernández. Justo cuando le estaba diciendo al presidente del Banco Mundial, David Malpass, que su gobierno honrará las deudas, su vicepresidenta se metió con la economía y cambió de lugar los muebles. No es una cuestión de suerte, mala o buena. Las palabras de Cristina Kirchner fueron claramente destituyentes de la economía y, por lo tanto, de la estabilidad política del Presidente. En la Argentina, la economía y la política están tan entrelazadas que solo basta ver los últimos 37 años de democracia para constatar cómo les fue a los presidentes.
La difusión de las llamadas de Rodríguez Simón, exasesor de Macri, revela el regreso de una vieja práctica del kirchnerismo; buscan también los registros de todas las reuniones del expresidente
La bicefalia está provocando el ascenso de los mediocres. La competencia entre dos líderes asegura que los distintos bandos están protegidos, sin importar lo que hagan o digan. La reciente derrota de los moderados del albertismo, cuando el Presidente nombró a Martín Soria como ministro de Justicia, alentó aún más a las franjas del fanatismo cristinista. La guerra con la Justicia se despliega en distintos espacios y niveles, aunque en todos lados el objetivo es el mismo: acobardar a los jueces independientes para que estos opten por la renuncia o la jubilación.
La designación del nuevo ministro de Justicia revela las formas llamativas con las que conduce Alberto Fernández; se anticipa una ofensiva directa contra los jueces y los periodistas, en línea con las intenciones de Cristina Kirchner
No puede, dice un alto funcionario del Gobierno. Se lo consulta sobre la posibilidad de que Alberto Fernández retome (¿o tome?) el liderazgo de la administración sin la constante interferencia vicepresidencial. ¿Por qué no puede? ¿Acaso Cristina Kirchner es incapaz de entender que, tal como está llevando las cosas, podría terminar por hundir a toda la dirigencia gobernante, incluida ella?
La decisión de remover a Marcela Losardo es una señal de cuánto pesa la voluntad de Cristina Kirchner; la “nueva etapa” en la relación con la Justicia reduce al “albertismo” a la mínima expresión
El ritmo de vértigo que el oficialismo impuso a sus empellones contra la Justicia indica que las cosas no terminarán en la retórica.
Los estilos y los detalles son lo de menos. El trazo grueso del discurso de Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativa fue un boceto perfecto de las posiciones de Cristina Kirchner. El Presidente la sigue reconociendo como su jefa.
La historia no olvida. La primera gran sentencia de un tribunal sobre la corrupción kirchnerista ocurrió justo en los días en los que el Gobierno enfrenta la peor crisis política por la injusta distribución de las vacunas contra el coronavirus. El rechazo social a los privilegios de los vacunatorios vip (que pueden significar la muerte prematura de algunos argentinos) tuvo una expresión importante ayer en una nueva tarde de banderazos.
Podría haber sido la inflación extremadamente alta. O podría haber sido el acto inconstitucional de intimar a decenas de jueces para que se jubilen por parte de la ANSeS que conduce la camporista Fernanda Raverta. Sin embargo, la crisis política más importante de la administración de Alberto Fernández la provocó (la está provocando) la interminable lista de vacunados contra el virus Covid-19, sin tener la edad necesaria o sin haber respetado el protocolo de turnos y de prioridades.
Privilegios de los sectores pudientes. Desigualdad de oportunidades. El poder concentrado de unos pocos. Esos eslóganes forman parte del inventario discursivo del kirchnerismo. Es una fraseología que no dice nada, pero que señala al enemigo frente al supuesto proyecto nacional, popular e igualitario que encarnan los seguidores de Cristina Kirchner.
Ocho senadores y diputados cristinistas resolvieron con una simple resolución el debate sobre si habrá –o no– un indulto para Cristina Kirchner. Lo habrá, aunque de una manera sinuosa y furtiva.
El fin de semana pasado, Alberto Fernández decidió recurrir a una vieja estrategia política: golpear para negociar. Es probable que se haya equivocado con los destinatarios de ese viejo ardid, porque los productores rurales son una estirpe distinta de los demás actores de la economía.
Sabe que le tocó conducir el gobierno de una coalición heterogénea. Están desde Cristina Kirchner hasta Sergio Massa. La lideresa de la izquierda y el referente de la derecha kirchnerista. Nunca todos estarán conformes. Se acostumbró a convivir con la impaciencia de los otros.
Horacio Pietragalla, secretario de Derechos Humanos, consideró que las graves denuncias contra el incombustible Gildo Insfrán son puro cuento. Pietragalla es el mismo que en diciembre de 2017, cuando era diputado, abandonó el recinto de la Cámara para alentar a los manifestantes que intentaban ocupar el Congreso por una ley de Macri que modificaba los aumentos a los jubilados, más benigna que la que rige ahora. Ahora no dijo nada. Es el mismo que trepó las rejas de la Casa de Gobierno en el velatorio de Maradona para denunciar que el gobierno de Rodríguez Larreta estaba violando los derechos humanos. La policía de la Capital trataba de impedir en ese momento el vandalismo de algunos seguidores del ídolo muerto.
El senador José Mayans es presidente del bloque kirchnerista; es decir, es un legislador de la máxima confianza de Cristina Kirchner, que maneja el Senado como si fuera su casa particular. Mayans acaba de decir que "en pandemia no hay derechos".
Un hombre que se acerca a los 65 años hizo una larga cola en la delegación de la ANSeS en Escobar. Había decidido empezar anticipadamente los trámites de su jubilación como autónomo. Al final, lo atendió un joven bien predispuesto. Comenzaron entre los dos a llenar planillas y recabar información. En medio del trámite, el empleado de la ANSeS recibió un llamado en su celular. Habló, colgó y le dijo al señor con gesto afligido: "Disculpe, pero tengo que ir a una reunión de La Cámpora". Fin del trámite.
El flagelo de la pandemia azota con más ferocidad al mundo. Nada mejoró, todo empeoró. 2021 es solo una triste continuidad de 2020. España registró 233.000 infectados en los últimos siete días.
Alberto Fernández está siendo atacado por el cristinismo residual. Gabriel Mariotto, Milagro Sala y Hebe de Bonafini, entre otros. Cristina no los calla ni los quiere callar.
Nunca se sabe si el gobierno de Alberto Fernández está bajando o subiendo la escalera. Puede también hacer una cosa y después la otra. Hubo varios ejemplos de esa confusión en los últimos días. La más grave de todas fue la relacionada con la vacuna rusa, porque se refiere a un medicamento que se le inoculará a la sociedad.
"Cristina no olvida ni perdona. Y Alberto hace suyos los rencores que son ajenos"
Alberto Fernández se definió siempre como un reformador y no como un revolucionario, algunas frases suyas de los últimos días, ciertas decisiones sobre la libertad de la economía y la repetición de restricciones a la producción privada de bienes indican que cambió ese paradigma
Es un edificio viejo y ruinoso. Pertenece a la Justicia Previsional, adonde van los jubilados pobres para que los jueces le ordenen al gobierno que actualice sus salarios. Los jueces les dan la razón, pero el gobierno apela una y otra vez hasta que los expedientes llegan a la Corte Suprema.
En la Argentina, la vacuna contra el Covid-19 danza alrededor de las ideologías. El país es una de las diez naciones del mundo más afectadas por la pandemia.