Sergio Berensztein
La Argentina se dispone a ingresar en un año electoral que estará caracterizado por su complejidad y volatilidad.
El Gobierno continúa sin mostrar una hoja de ruta clara y aplica medidas cortoplacistas en medio de una situación extremadamente frágil. El ajuste y la negociación con el FMI como telón de fondo del impuesto a la riqueza.
Hablamos de Cristina, Alberto, Sergio, Horacio, Patricia y Lilita. Seguimos mencionando a Néstor, pero gana terreno Máximo mientras se expone algo más Mauricio y María Eugenia (Mariu, para los amigos) se apresta a regresar. El punto de inflexión parece haberse dado luego de la gran crisis de comienzos de siglo.
Con la salida de la santafesina María Eugenia Bielsa y el ingreso del intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi en Desarrollo Territorial y Hábitat, el gabinete nacional se torna cada vez más metropolitano y menos federal, y con escasa presencia de mujeres.
En términos de clima político, el primer freno a la radicalización kirchnerista fue el 8N original, el de 2012, que anticipó el escenario electoral del año siguiente con el FpV retrocediendo y perdiendo en distritos clave.
A partir de junio, la imagen positiva del presidente Alberto Fernández cayó 12 puntos porcentuales.
El fenómeno de las tomas puede mutar en crisis políticas y sociales severas si no se lo afronta a tiempo y con responsabilidad.
Con su misiva por el 27 de octubre, la Vicepresidenta ratificó la autoridad de Alberto Fernández y sorprendió al llamar a un acuerdo amplio para resolver el problema de la economía bimonetaria.
Es un hábito que no nos permite ver que las dificultades son inherentes al propio sistema y provienen de épocas en las que Néstor, Mauricio y Cristina eran todavía actores secundarios de la política.
Apenas un año del triunfo electoral del FDT, la Argentina incuba una crisis de gobernabilidad compleja e inasible.
En el acto por el 17 de octubre, Alberto Fernández le imprimió a su discurso un fuerte contenido histórico. Se trató, sin embargo, de una historia “a la carta”.
La combinación de cepo y estanflación fue la principal contribución de Cristina al triunfo de Macri (junto con la negligencia respecto de la seguridad y el acoso y la humillación constantes a que fue sometido Scioli, su ineludible candidato a la sucesión)
De nuevo, la “calle” golpeó al gobierno, algo con lo que el peronismo evidentemente se siente incómodo, con el agravante de que el 12O se trató de una marcha verdaderamente multitudinaria.
El manejo de la pandemia es el único espacio en el que los mandatarios provinciales se convirtieron en actores protagónicos. En el resto de los temas, están ausentes.
Alberto Fernández aún considera que los costos de modificar el curso de acción en materia económica son, a pesar del fracaso de su "no plan", más significativos que los del statu quo.
La Argentina está en el anteúltimo puesto de un novedoso instrumento que mide la capacidad de los modelos desarrollados por cada país para crear valor.
Aunque la expropiación de Vicentin no se haya consumado, marcó el comienzo de la relación traumática entre el sector privado y la administración conducida por Alberto Fernández.
El escándalo del diputado Ameri en el Congreso confirma la decadencia de nuestra clase dirigente: está mal capacitada para ocupar los cargos que desempeña.
Algunos investigadores creen que amplios sectores de clase media de la Argentina, Brasil, Colombia y México podrían caer en la pobreza. En nuestro país, aún no hay un plan económico proestabilidad y crecimiento.
El intervencionismo, el dirigismo extremo y la improvisación ante problemas recurrentes podrían llevar el país hacia la banquina.
La Argentina es un país inusual: los peores enemigos de los gobiernos son ellos mismos. Son artífices y responsables, y víctimas, de un sistema político disfuncional que desgobierna al país y lo vuelve cada día más irrelevante.
La política no es solo poder y recursos: también se entremezclan ideas, proyectos, esperanzas, aspiraciones. Los actores políticos tienen intereses materiales y simbólicos complejos y contradictorios que se expresan y entran en conflicto en la arena pública.
La agenda que impulsan los segmentos radicalizados del oficialismo ignora las principales demandas de la ciudadanía, fundamentalmente en términos económicos.
Desde su surgimiento, pero en especial desde el retorno a la democracia, el peronismo se vio siempre a sí mismo como el partido del poder.
Al peronismo nunca le fue bien en la ciudad y todo hace suponer que esto tenderá a continuar al menos en las próximas elecciones. Larreta era una amenaza latente. Ahora, se convirtió en una mucho más real.
La gran paradoja de la política argentina actual consiste en que la domina en gran medida una figura rechazada por más del 60% de la sociedad, que perdió cuatro de las últimas seis elecciones, que para evitar una nueva derrota -tal vez la definitiva- se vio obligada a declinar la candidatura presidencial y resignarse a ocupar la vicepresidencia, que tiene baja aceptación incluso dentro de su propio partido y que sigue siendo ignorada por los principales líderes del mundo civilizado.
Si había una industria con la cual había que ser sumamente cuidadoso -porque aquí las inversiones son más determinantes- era justamente la de las telecomunicaciones.
"El Gobierno prometió acuerdos que finalmente no propuso y la sociedad argentina, cada vez más polarizada, nos reclama que profundicemos la crítica en un momento en que de verdad hacen falta consensos: es una disyuntiva de la que no sabemos cómo salir".
El dirigente radical reapareció en charlas por zoom y busca influir en la dirección que tomará la UCR de cara a las legislativas de 2021 y las presidenciales de 2023.
En Esperando la carroza, el recordado film de Alejandro Doria (1985), los personajes, suponiendo erróneamente que Mamá Cora se había suicidado, asisten a un funeral en el que no tenían a quien velar.
Las fuerzas de sustentación que el kirchnerismo posee desde la radicalización del 2008 condicionan sus propuestas y su margen de acción.
La duración de la cuarentena empezó a erosionar la imagen de Alberto Fernández, pero no así la del jefe de Gobierno porteño.
Traidores y enemigos: gracias a las escandalosas declaraciones de los exjueces federales Oyarbide y Canicoba Corral nadie puede dudar de la imperiosa necesidad de reformar profundamente la Justicia.
Mientras recompone su poder político y soluciona sus problemas judiciales, la vicepresidenta requiere que el Gobierno no fracase.
Si algún ingenuo ciudadano hubiese tenido interés en indagar respecto de las propuestas electorales de los distintos candidatos a las elecciones de octubre pasado habría llegado a una simple conclusión: la fórmula de los Fernández presentaba un plan diseñado para satisfacer a la gran mayoría de los economistas, al FMI y, en especial, a los infaustos y descreídos tenedores de títulos públicos.
El del Frente de Todos es un caso único: es la vicepresidenta la que tiene un liderazgo más fuerte y además es la accionista mayoritaria en términos electorales.
¿Escalará la "grieta" dentro del Frente de Todos o lograrán sobrevivir a todas estas tensiones?
En estas horas aciagas no es sencillo ser un gobernante populista en un país pobre y estancado. Si se estimula el consumo con emisión monetaria se dispara la inflación.
En todo el mundo gana consenso la idea de revisar el capitalismo contemporáneo, en especial cuestiones como los excesos de desregulación, las serias distorsiones en términos de distribución del ingreso y las inequidades en función de género y de minorías étnicas, culturales y hasta religiosas.
La pandemia desató una crisis económica global, aunque las cifras muestran que la Argentina, que arrastraba una situación muy compleja desde comienzos de 2018, se enfrenta a una tormenta casi perfecta.
Es muy humano eso de pensar en utopías o en ideas apasionadas con las que entusiasmarnos con mejores horizontes, en especial cuando la realidad es sombría y compleja.
Al margen de las características improvisadas y sinuosas de la política exterior que caracteriza al mandato de Fernández, lo preocupante es el uso descuidado e imprudente de su palabra.
Sería un error leer lo ocurrido como una defensa a una empresa privada, como planteó a modo de chicana algún funcionario. Lo que hubo fue una defensa de la propiedad privada como principio.
El mismo gobierno que había enarbolado la idea de un Consejo Económico y Social para fomentar el diálogo, fortalecer el consenso y desarrollar políticas de Estado toma una decisión clave para el futuro del país de manera arbitraria, unilateral y sorpresiva en el peor momento posible: el avance sobre Vicentin en medio de la agudización de la pandemia, la crisis económica y el creciente descontento social consecuente debilita políticamente a un presidente forzado a liderar los segmentos más extremos del kirchnerismo para no aparecer totalmente desdibujado .
Las tortuosas vicisitudes que expone el intento de expropiar Vicentin permiten extraer un conjunto de lecciones respecto del perenne (dis)funcionamiento de la política en el país.
Muchas decisiones hubieran generado reacciones muy severas con el peronismo en la oposición. Sin embargo, ahora pasan totalmente desapercibidas.
El presidente retomó el tono conciliador que quiere imprimirle a su gestión: federalizó su agenda y busca acercarse a los empresarios para reconstruir la economía.
El espejo de Erised, ubicado en un rincón perdido de Hogwarts, la escuela a la que asistía Harry Potter permitía a quien se posara delante de él ver reflejado su máximo anhelo.
En los últimos días, vimos cómo Alberto Fernández busca romper el monopolio discursivo que lo caracterizó desde el anuncio del aislamiento social, preventivo y obligatorio.
Pasaron 210 años y el pueblo sigue sin saber de qué se trata el modelo económico que la clase dirigente tiene pensado para sacar al país de esta interminable decadencia.