Sergio Berensztein
Alberto Fernández tiene la lapicera, pero no cuenta con los apoyos políticos necesarios para terminar de relanzar la gestión independizándose del kirchnerismo. En un marco como el actual, las atribuciones del hiperpresidencialismo argentino han demostrado servir de poco.
Si la oposición tiene la intención de implementar un plan de estabilización y lo presenta ahora, correría el riesgo de desgastarse. Y el ala moderada del Gobierno se ha quedado sin alternativas y sin credibilidad para implementar un plan. El kirchnerismo, por su parte, entiende que los votos se ganan con consumo.
La agrupación mayoritaria de la coalición gobernante sufre las consecuencias de la disputa en la cúpula del poder: no tiene un líder que ordene y no cuenta con candidatos competitivos.
El debate público en la Argentina tiene dos focos principales. Por un lado, la dinámica que puede tomar una crisis en la que sobresalen la aceleración de la inflación y el fracaso del programa con el FMI para influir en las expectativas de los agentes económicos.
Tarde pero seguro: la gran novedad de la última semana es que Alberto Fernández finalmente responde a los ataques con los que hace más de dos años el kirchnerismo duro lo viene acosando. Se acabó su postura pasiva, la paciencia estratégica con la que hasta “la clase magistral” de Cristina en el Chaco trataba de digerir un menú de agresiones que fue no solo in crescendo, sino que terminó impactando en su reputación y en la de su administración.
Días después del discurso de Cristina en Chaco donde redobló las apuestas, Alberto Fernández empieza una recorrida por Europa junto al canciller Santiago Cafiero.
La mayor dificultad que tiene la vicepresidenta parece ser la realidad; las preferencias de buena parte de la sociedad vienen cambiando como consecuencia de la consolidación del modelo estanflacionario
Para el Frente de Todos, el campo constituye un actor difícil de satisfacer, del cual trata de obtener la mayor cantidad de recursos posibles, lo que afecta el equilibrio de una coalición llena de conflictos y divisiones.
La vicepresidenta insiste en cuestiones que, ante un cálculo objetivo que cualquiera puede hacer, están destinadas al fracaso.
Una ruptura en el oficialismo estimularía las pulsiones para escindir Juntos por el Cambio, en particular entre un grupo de radicales que podría mostrarse tentado a pactar con el peronismo más “moderado”
En el último sondeo realizado por D'Alessio IROL-Berensztein se les pidió a los participantes que dieran su opinión respecto al origen de la inflación. En una pregunta de respuesta múltiple, el 55% de los argentinos estuvo de acuerdo con que la emisión del Banco Central genera un exceso de oferta de dinero que impulsa los precios al alza.
Si el gobierno realiza un diagnóstico adecuado, necesitará redefinir el rumbo y adoptar decisiones concretas que vayan en una dirección opuesta a la actual, ya sea con estos nombres o con otros. Pero la clave estará en las decisiones de fondo.
A medida que se profundiza la crisis política y empeora el humor social, tiende a reducirse en todo el país la tolerancia de buena parte de la población frente a los constantes percances producidos por los movimientos sociales más radicalizados que, con sus habituales acampes y cortes de rutas, calles o puentes en zonas estratégicas para la movilidad, se convirtieron en un dolor de cabeza adicional a los múltiples factores que vienen deteriorando el nivel y la calidad de vida en la Argentina desde hace ya demasiado tiempo.
Cristina Kirchner se siente obligada a guardar cierta consistencia con el pasado reciente. Esto permite comprender mejor el enfrentamiento que se desató en la coalición gobernante.
El Gobierno está absolutamente extraviado y no identifica las prioridades, que no pasan únicamente por controlar el aumento de los precios.
El Gobierno está absolutamente extraviado y no identifica las prioridades, que no pasan únicamente por controlar el aumento de los precios.
“Todo tiempo pasado fue mejor”. La frase, trillada y nostálgica, aplica con precisión científica cuando se analizan los candidatos con potencial presidencial que podría presentar el peronismo en este momento.
No hay que confundirse: la capacidad para reunir una inmensa cantidad de gente no guarda ninguna relación con el poder institucional y electoral. Movilizó a todo su aparato y una gran cantidad de recursos, de dudosa procedencia.
Con una economía que experimenta una escalada inflacionaria que el Gobierno se empecina en profundizar, una situación social alarmante que, como consecuencia de lo anterior, está destinada a empeorar y una crisis en la coalición gobernante que encuentra al Presidente debilitado, aislado y mendigando unidad, a menos que se produzca un súbito y efectivo cambio en el comportamiento de los principales actores, corremos el riesgo de que se dispare una nueva crisis de gobernabilidad cuyas dimensiones e impactos son difíciles de pronosticar.
El Frente de Todos atraviesa una inocultable crisis interna. Las diferencias entre los heterogéneos sectores que conforman la coalición siempre existieron, pero en el pasado el Gobierno al menos hacía esfuerzos por disimularlas.
Hoy empieza, supuestamente, la “guerra contra la inflación”. ¿Se anunciarán medidas enmarcadas en un programa de estabilización bien diseñado y pronto a ser implementado con experiencia y credibilidad? ¿O, como es habitual en el ecosistema K del que el peronismo aún no se desacopla, pretenderán utilizar viejos instrumentos que jamás funcionaron (controles de precios, ley de abastecimiento), presentados con una retórica encendida y anacrónica?
A pesar de lo que comúnmente cree la clase política, una encuesta revela que la mayor porción de la población espera modificaciones clave y rápidas. Incluso, está dispuesta a hacer algunos sacrificios si fueran necesarios.
Con la sanción de la Cámara baja quedó demostrado que el consenso puede y debe ser el vehículo para arribar a entendimientos básicos que permitan encauzar los problemas de la Argentina.
A partir de los acontecimientos más transcendentales de los últimos días, el Frente de Todos expuso, una vez más, sus diferencias internas.
El discurso de Fernández superó el límite de lo preocupante: expresó una visión edulcorada y se jactó de las reformas que no pensaba hacer; el mundo cambió para peor, y no modificar el curso de acción puede ser grave
La actitud del Presidente de no condenar de manera categórica la invasión de las fuerzas de Vladimir Putin a Ucrania ha sido penosa.
Invasión: el ingreso de tropas rusas en Ucrania ratifica que ya no queda casi nada del “orden mundial” surgido tras el final de la Guerra Fría; hoy vivimos en un escenario volátil, incierto, complejo y ambiguo
A un año y medio de las PASO presidenciales, los interrogantes electorales del Frente de Todos. El escenario que se plantea en la provincia de Buenos Aires y la lista de eventuales candidatos en uno de los distritos más importantes del país.
La tensión en Ucrania vuelve a poner de manifiesto que, más allá del avance de la globalización (profundizado de algún modo como consecuencia de la pandemia) y de los procesos de integración regional, en este contexto internacional volátil, incierto, complejo y ambiguo ningún país que pretenda ser soberano y autónomo puede carecer de un aparato estatal capaz, eficaz y eficiente para brindar bienes públicos.
Llegó al ministerio de Economía con un perfil técnico. Pero con el correr de los meses quedó en evidencia que esa cualidad se combinaba con una marcada ambición política.
Cuenta la leyenda que, durante la convención constituyente de 1988, el legendario Antonio Delfim Netto, ministro de Finanzas y responsable del “milagro brasileño” de finales de los años 60, escuchaba atento el encendido discurso de un político comunista, pletórico de afirmaciones rimbombantes y cargadas adjetivaciones.
Mientras el presidente argentino finaliza su gira internacional que lo llevó a China, Rusia y Barbados, el mundo entero mira lo que está pasando en la exrepública soviética.
Es probable que la renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura de su bloque tenga mucho menos impacto y consecuencias negativas de las que originalmente muchos, dentro y fuera del oficialismo, imaginaron.
Es esta la primera semana con la noticia de que habrá acuerdo con el Fondo. Contraponiéndolo con la ansiedad, la confusión y las vacilaciones previas, el escenario pasa a ser relativamente más claro.
A pesar de los fracasos sistemáticos del Estado argentino para brindar los bienes públicos esenciales (seguridad, justicia, educación, salud, infraestructura física y cuidado del medio ambiente), agravados como consecuencia de que su tamaño adquirió en los últimos tres lustros dimensiones descomunales, tanto en el FDT como en buena parte de la política nacional continúa predominando una fe ciega en su potencial como herramienta de transformación económica y social.
El presidente argentino se apresta a reunirse con Vladimir Putin y Xi Jinping. La reunión con su par chino es la que hay que seguir con más atención.
Los enfrentamientos o alianzas locales condicionan los armados que pueden luego construirse a nivel nacional. Los gobernadores intentan construir espacios relativamente autónomos.
El país necesita un cambio de timón urgente, y mucha suerte, para evitar que la película de suspenso que ha venido protagonizando se transforme en una de terror
Para evitar los cortes de luz, que se repiten todos los veranos hace ya varios años, se requerirá de una mayor inversión y un reordenamiento del actual sistema energético. No hay ninguna posibilidad de que sea el clima lo que ayude.
El mundo comienza a cerrarle los caminos a quienes no se vacunaron. Cada vez son más los países que empiezan a exigir carnets de vacunación. ¿Se puede aplicar una normativa así en nuestro país?
Hasta ahora se conoce poco y nada de lo que se está negociando. De esta forma, las definiciones se postergan y esto genera incertidumbre y cierto temor en los mercados.
Vislumbrando el clima embravecido y analizando en perspectiva los últimos años del país, queda bastante claro que el único factor que brinda cierto orden son las elecciones.
La oposición se encuentra fragmentada con conflictos internos. Mientras tanto, el oficialismo logra terminar el 2021 imponiendo una agenda acorde a sus intereses: volvió a instalar la cuestión del “lawfare”.
En la Argentina, no hay mediciones al elaborar e implementar una nueva política pública. El proyecto para repartir en forma gratuita protectores solares en la Ciudad de Buenos Aires parece ir en ese sentido.
La economía argentina sigue tomando decisiones cortoplacistas y preocupa la cantidad de mercados informales que buscan eludir las barreras del Estado
Resulta imprescindible e impostergable avanzar y tomar decisiones críticas para el futuro de corto, mediano y largo plazo
En las marchas se planteó una competencia por el control de la calle y por la representación de lo que en cierta medida son concepciones semejantes.
Hoy el Gobierno intentará mostrar que está dispuesto a dar batalla, a pesar de la derrota, la impopularidad del Presidente y las internas que entorpecen la gestión
La sociedad se muestra dispuesta a cumplir con los pagos. El electorado de Juntos por el Cambio siempre mostró una mayor voluntad de hacerlo. Los votantes del Frente de Todos muestran una intención mucho menor.
Las divisiones dentro del FDT, el poder que aún conservan los sectores más radicalizados y la espada de Damocles que controla Cristina Kirchner, y que se maneja con un lenguaje ambiguo, son obstáculos que le impiden que el Gobierno anclar las expectativas.