Sergio Berensztein
Atravesando la fase más desquiciada de su autodestructivo gobierno, el Presidente y algunos dirigentes de confianza ponían sus esperanzas en una suerte de ayuda mágica y misteriosa que obtendrían desde la Casa Blanca
La Vicepresidenta ya anticipó que no dará más discursos lapidarios, aunque si Batakis avanza en el acuerdo con el FMI entrará en tensión con el discurso K.
Agudos comunicadores y analistas sospechan que Cristina Kirchner buscaría asfixiar políticamente a Alberto Fernández y obligarlo a dimitir; Fernando Navarro negó esa posibilidad y alimentó así más rumores
Hasta ahora la vicepresidenta trataba de evitar el involucramiento directo en la gestión económica, pero con la designada ministra de Economía eso cambia.
Cada día que pasa, el margen de maniobra del Presidente disminuye; son horas cruciales, y más que una lapicera, el mandatario pareciera tener entre sus dedos una inasible arena que se le está escurriendo
Dirigentes, organizaciones sociales, intendentes y gobernadores discuten por la administración de las cajas. Sin embargo, deberían estar pensando en un programa integral que fomente el empleo privado, aumente la productividad y los salarios.
Lo que el mundo considera una aberración, en la Argentina hubiese sido un éxito. Un dígito alto de inflación despierta una enorme y natural alarma en Estados Unidos y en el Reino Unido. Sus respectivos bancos centrales comenzaron a corregir la política de tasas de interés luego de una larguísima década de dinero ultrabarato, con cenit durante la expansión de la base monetaria sin precedentes de la pandemia.
Si bien el aumento de la conflictividad se da en todo el país, el epicentro es la Ciudad de Buenos Aires. ¿Cuánto se puede seguir tensando la cuerda sin que se generen episodios más complejos en materia social?
A sus brutales disputas internas y su pésimo manejo de la economía, con el episodio del avión venezolano-iraní, el oficialismo suma sospechas crecientes sobre un eventual realineamiento de la política exterior
Al Frente de Todos, le costará recuperar la competitividad de cara a 2023 si la inflación no merma y los salarios no se recomponen: la primera que lo debe interpretar de esta manera es Cristina Kirchner.
¿La pelea en el Frente de Todos entró en una nueva etapa de denuncias cruzadas de corrupción? De ser así, el deterioro del oficialismo podría acelerarse aún más y comenzar a incluir ribetes judiciales.
Contra el orden establecido: llama la atención que a pesar de la acumulación de fracasos tanto en términos económicos y sociales como político-institucionales el país haya sido hasta ahora inmune a estos fenómenos
Alberto Fernández tiene la lapicera, pero no cuenta con los apoyos políticos necesarios para terminar de relanzar la gestión independizándose del kirchnerismo. En un marco como el actual, las atribuciones del hiperpresidencialismo argentino han demostrado servir de poco.
Si la oposición tiene la intención de implementar un plan de estabilización y lo presenta ahora, correría el riesgo de desgastarse. Y el ala moderada del Gobierno se ha quedado sin alternativas y sin credibilidad para implementar un plan. El kirchnerismo, por su parte, entiende que los votos se ganan con consumo.
La agrupación mayoritaria de la coalición gobernante sufre las consecuencias de la disputa en la cúpula del poder: no tiene un líder que ordene y no cuenta con candidatos competitivos.
El debate público en la Argentina tiene dos focos principales. Por un lado, la dinámica que puede tomar una crisis en la que sobresalen la aceleración de la inflación y el fracaso del programa con el FMI para influir en las expectativas de los agentes económicos.
Tarde pero seguro: la gran novedad de la última semana es que Alberto Fernández finalmente responde a los ataques con los que hace más de dos años el kirchnerismo duro lo viene acosando. Se acabó su postura pasiva, la paciencia estratégica con la que hasta “la clase magistral” de Cristina en el Chaco trataba de digerir un menú de agresiones que fue no solo in crescendo, sino que terminó impactando en su reputación y en la de su administración.
Días después del discurso de Cristina en Chaco donde redobló las apuestas, Alberto Fernández empieza una recorrida por Europa junto al canciller Santiago Cafiero.
La mayor dificultad que tiene la vicepresidenta parece ser la realidad; las preferencias de buena parte de la sociedad vienen cambiando como consecuencia de la consolidación del modelo estanflacionario
Para el Frente de Todos, el campo constituye un actor difícil de satisfacer, del cual trata de obtener la mayor cantidad de recursos posibles, lo que afecta el equilibrio de una coalición llena de conflictos y divisiones.
La vicepresidenta insiste en cuestiones que, ante un cálculo objetivo que cualquiera puede hacer, están destinadas al fracaso.
Una ruptura en el oficialismo estimularía las pulsiones para escindir Juntos por el Cambio, en particular entre un grupo de radicales que podría mostrarse tentado a pactar con el peronismo más “moderado”
En el último sondeo realizado por D'Alessio IROL-Berensztein se les pidió a los participantes que dieran su opinión respecto al origen de la inflación. En una pregunta de respuesta múltiple, el 55% de los argentinos estuvo de acuerdo con que la emisión del Banco Central genera un exceso de oferta de dinero que impulsa los precios al alza.
Si el gobierno realiza un diagnóstico adecuado, necesitará redefinir el rumbo y adoptar decisiones concretas que vayan en una dirección opuesta a la actual, ya sea con estos nombres o con otros. Pero la clave estará en las decisiones de fondo.
A medida que se profundiza la crisis política y empeora el humor social, tiende a reducirse en todo el país la tolerancia de buena parte de la población frente a los constantes percances producidos por los movimientos sociales más radicalizados que, con sus habituales acampes y cortes de rutas, calles o puentes en zonas estratégicas para la movilidad, se convirtieron en un dolor de cabeza adicional a los múltiples factores que vienen deteriorando el nivel y la calidad de vida en la Argentina desde hace ya demasiado tiempo.
Cristina Kirchner se siente obligada a guardar cierta consistencia con el pasado reciente. Esto permite comprender mejor el enfrentamiento que se desató en la coalición gobernante.
El Gobierno está absolutamente extraviado y no identifica las prioridades, que no pasan únicamente por controlar el aumento de los precios.
El Gobierno está absolutamente extraviado y no identifica las prioridades, que no pasan únicamente por controlar el aumento de los precios.
“Todo tiempo pasado fue mejor”. La frase, trillada y nostálgica, aplica con precisión científica cuando se analizan los candidatos con potencial presidencial que podría presentar el peronismo en este momento.
No hay que confundirse: la capacidad para reunir una inmensa cantidad de gente no guarda ninguna relación con el poder institucional y electoral. Movilizó a todo su aparato y una gran cantidad de recursos, de dudosa procedencia.
Con una economía que experimenta una escalada inflacionaria que el Gobierno se empecina en profundizar, una situación social alarmante que, como consecuencia de lo anterior, está destinada a empeorar y una crisis en la coalición gobernante que encuentra al Presidente debilitado, aislado y mendigando unidad, a menos que se produzca un súbito y efectivo cambio en el comportamiento de los principales actores, corremos el riesgo de que se dispare una nueva crisis de gobernabilidad cuyas dimensiones e impactos son difíciles de pronosticar.
El Frente de Todos atraviesa una inocultable crisis interna. Las diferencias entre los heterogéneos sectores que conforman la coalición siempre existieron, pero en el pasado el Gobierno al menos hacía esfuerzos por disimularlas.
Hoy empieza, supuestamente, la “guerra contra la inflación”. ¿Se anunciarán medidas enmarcadas en un programa de estabilización bien diseñado y pronto a ser implementado con experiencia y credibilidad? ¿O, como es habitual en el ecosistema K del que el peronismo aún no se desacopla, pretenderán utilizar viejos instrumentos que jamás funcionaron (controles de precios, ley de abastecimiento), presentados con una retórica encendida y anacrónica?
A pesar de lo que comúnmente cree la clase política, una encuesta revela que la mayor porción de la población espera modificaciones clave y rápidas. Incluso, está dispuesta a hacer algunos sacrificios si fueran necesarios.
Con la sanción de la Cámara baja quedó demostrado que el consenso puede y debe ser el vehículo para arribar a entendimientos básicos que permitan encauzar los problemas de la Argentina.
A partir de los acontecimientos más transcendentales de los últimos días, el Frente de Todos expuso, una vez más, sus diferencias internas.
El discurso de Fernández superó el límite de lo preocupante: expresó una visión edulcorada y se jactó de las reformas que no pensaba hacer; el mundo cambió para peor, y no modificar el curso de acción puede ser grave
La actitud del Presidente de no condenar de manera categórica la invasión de las fuerzas de Vladimir Putin a Ucrania ha sido penosa.
Invasión: el ingreso de tropas rusas en Ucrania ratifica que ya no queda casi nada del “orden mundial” surgido tras el final de la Guerra Fría; hoy vivimos en un escenario volátil, incierto, complejo y ambiguo
A un año y medio de las PASO presidenciales, los interrogantes electorales del Frente de Todos. El escenario que se plantea en la provincia de Buenos Aires y la lista de eventuales candidatos en uno de los distritos más importantes del país.
La tensión en Ucrania vuelve a poner de manifiesto que, más allá del avance de la globalización (profundizado de algún modo como consecuencia de la pandemia) y de los procesos de integración regional, en este contexto internacional volátil, incierto, complejo y ambiguo ningún país que pretenda ser soberano y autónomo puede carecer de un aparato estatal capaz, eficaz y eficiente para brindar bienes públicos.
Llegó al ministerio de Economía con un perfil técnico. Pero con el correr de los meses quedó en evidencia que esa cualidad se combinaba con una marcada ambición política.
Cuenta la leyenda que, durante la convención constituyente de 1988, el legendario Antonio Delfim Netto, ministro de Finanzas y responsable del “milagro brasileño” de finales de los años 60, escuchaba atento el encendido discurso de un político comunista, pletórico de afirmaciones rimbombantes y cargadas adjetivaciones.
Mientras el presidente argentino finaliza su gira internacional que lo llevó a China, Rusia y Barbados, el mundo entero mira lo que está pasando en la exrepública soviética.
Es probable que la renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura de su bloque tenga mucho menos impacto y consecuencias negativas de las que originalmente muchos, dentro y fuera del oficialismo, imaginaron.
Es esta la primera semana con la noticia de que habrá acuerdo con el Fondo. Contraponiéndolo con la ansiedad, la confusión y las vacilaciones previas, el escenario pasa a ser relativamente más claro.
A pesar de los fracasos sistemáticos del Estado argentino para brindar los bienes públicos esenciales (seguridad, justicia, educación, salud, infraestructura física y cuidado del medio ambiente), agravados como consecuencia de que su tamaño adquirió en los últimos tres lustros dimensiones descomunales, tanto en el FDT como en buena parte de la política nacional continúa predominando una fe ciega en su potencial como herramienta de transformación económica y social.
El presidente argentino se apresta a reunirse con Vladimir Putin y Xi Jinping. La reunión con su par chino es la que hay que seguir con más atención.
Los enfrentamientos o alianzas locales condicionan los armados que pueden luego construirse a nivel nacional. Los gobernadores intentan construir espacios relativamente autónomos.
El país necesita un cambio de timón urgente, y mucha suerte, para evitar que la película de suspenso que ha venido protagonizando se transforme en una de terror