De todas formas, el problema más grave para el gobernador de Buenos Aires pasa por el fantasma de perder el control de la Legislatura a manos de Juntos. Si se confirman los números de las PASO en noviembre, la oposición podría no solo ratificar el control del Senado, sino además quedarse con el manejo de la Cámara de Diputados, escenario inédito para una administración peronista en el distrito bonaerense.
Además, la coalición del PRO y la UCR tiene intenciones de pelear por la presidencia de Diputados que hoy ocupa Federico Otermin, hombre de confianza de Insaurralde y Máximo Kirchner. Uno de los candidatos a competir es Maximiliano Abad, presidente del radicalismo bonaerense, aunque desde el PRO también aspiran a manejar esa caja. Buscarán condicionar al mandatario bonaerense como hiciera el PJ con María Eugenia Vidal, quien siempre necesito de la oposición para gobernar, sobre todo a Sergio Massa.
En el Senado el objetivo de Juntos es quedarse con la vicepresidencia que tiene a cargo el legislador del Frente de Todos, Alfredo Rubén Fisher, oriundo de Laprida. Ese lugar es estratégico porque reemplaza a la vicegobernadora Verónica Magario cuando no puede estar en las sesiones. Suenan varios nombres de la oposición, pero primero deberán definir quien reemplaza a Roberto Costa como titular del bloque. Cristian Gribaudo, con el apoyo de Jorge Macri y Daniel Angelici, parece ser número puesto, aunque no habría que descartar a Joaquín De la Torre.
Este probable escenario de perder el control de la Legislatura golpearía aún más a Kicillof por su estilo tan reacio a la negociación. Quedaría más atado de manos y dependería de la rosca entre los intendentes propios y Juntos. No podría lograr la aprobación de una ley sin consensos, ni siquiera el Presupuesto. Todo parece indicar que naufraga la gran apuesta política de Cristina para el 2023.
Alberto “Beto” Valdez