Domingo, 23 Octubre 2022 08:00

Los verdaderos motivos por los que Axel Kicillof odia a los barones del conurbano - Por Beto Valdez

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El gobernador bonaerense sigue sin tener afinidad con los barones del conurbano. Esta es una de las cuestiones que también lo separan de Máximo Kirchner. En la semana se reunieron para acercar posiciones sin grandes definiciones. 

Desde el primer día del inicio de su gestión en la Casa de Gobierno de La Plata, el gobernador Axel Kicillof y su entorno nunca disimularon la antipatía que sienten por los intendentes peronistas del Gran Buenos Aires. “A ellos solo les interesa comer asados, la rosca política y el reparto de cargos”, es la frase característica con que siempre define a los barones del conurbano. Del lado de los alcaldes tampoco hay feeling y los consideran una secta a la que apodan “los soviéticos”. 

“Qué querés si este nunca salió de Parque Chas en Capital, sigue sin entender la política del conurbano, él y su banda sienten prejuicio por nosotros, nos discrimina, pero los votos los tenemos nosotros”, dice a MDZ un alcalde del GBA con bastante fastidio hacia Kicillof. Se quejan de que el gobernador bonaerense solo tiene en cuenta a la jefa comunal quilmeña Mayra Mendoza, y le transfiere más fondos que a La Matanza o Lomas de Zamora.

“Igual se tuvo que fumar el desembarco de Martín Insaurralde ordenado por Cristina para arreglar su no gestión y ahora vamos a mandar nosotros por más que sea reelecto”, comenta con ironía un vocero del peronismo del GBA, en relación a la intervención que sufrió su administración después de la derrota electoral del año pasado. El enojo de Cristina Fernández de Kirchner se hizo sentir y castigó a uno de sus preferidos.

Pero fue una especie de penitencia para que entienda que cuando hay que ganar elecciones no hay purismo que valga, se debe buscar a todos los que acerquen votos. “A Cristina le costó mucho reconciliarse con Massa o con Alberto en 2019, pero para ganar las elecciones, muchas veces hay que tragarse sapos”, aporta un referente del PJ bonaerense.

De todas formas, el problema de fondo es que la relación entre Kicillof y Máximo Kirchner sigue siendo tirante y de desconfianza mutua. Ambos se recelan, pero están obligados, por razones obvias, a convivir. El gobernador lo ve al presidente del PJ bonaerense convertido en un barón más del GBA por aquello de los asados y la rosca. Y Máximo opina parecido a sus alcaldes amigos respecto a los prejuicios de los soviéticos. El mayor encono es contra Carlos Bianco, quien trabaja a full por la reelección de su amigo.

Pero más allá de los gustos gastronómicos o estéticos, Kicillof, el jefe de La Cámpora y los alcaldes del conurbano se reunieron en la semana para tratar de armar una mesa política que coordine y enfrente los malos presagios que tienen en materia electoral. Hubo algunos momentos de tensión y de realismo. Creen que si no mueven a full las estructuras de la gobernación y de los municipios pueden llegar a quedarse sin nada. Saben que se pierde la elección nacional y solo les interesa conservar la administración de la provincia de Buenos Aires. “Para eso tenemos que laburar muchos en los territorios porque ya no alcanza solo con los votos de Cristina”, desliza un jefe comunal.

Comentan que la vicepresidenta ya no es una aspiradora de votos como antes, la inflación y la mala gestión de Alberto Fernández ha comenzado a erosionar su popularidad. Sigue primera en intención de voto en las barriadas más humildes, pero se percibe un hastío sobre todo en sectores más jóvenes que empiezan a entusiasmarse con Javier Milei. Un intendente de zona norte del conurbano recibió una encuesta en su distrito donde la vice está primera con menos de 30 puntos y en segundo lugar aparece Milei que ya les come votos.

Alberto “Beto” Valdez

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