Resulta realmente llamativo que un funcionario albertista y tan cercano a Marcela Losardo y a la mesa judicial del PRO, con buenos vínculos con la familia Mahiques y con Daniel Angelici, haya logrado en tan poco tiempo que Cristina Fernández de Kirchner deje atrás sus prejuicios y lo haya elegido como uno de los pocos interlocutores dentro de la Casa Rosada. Precisamente, Juan Manuel Olmos, militante del bajo perfil, pudo desde la Vice jefatura de Gabinete ordenar la gestión diaria y transformarse a la vez en un operador todo terreno con terminal en el despacho de la expresidenta. 

“El Gordo pasó del ostracismo porque era vetado por los K a transformarse en el motor del Gobierno, su íntima relación con Alberto y el perfil dialoguista le permitieron ir consolidando una muy buena relación laboral con Sergio Massa y Cristina lo ha tomado como su único interlocutor en el entorno presidencial”, comenta a MDZ una fuente de la Casa Rosada. Comentan que el dirigente del PJ porteño se dedica a atajar penales y opera para bajar la tensión en el amplio mundo del Frente de Todos.

Juan Manzur aceptó que desembarcara como su número dos y delegó muchas cuestiones de la gestión. Hace una semana mantuvo una reunión de buenos oficios con el ministro del Interior, Eduardo Wado De Pedro, en el peor momento de la polémica con Fernández. “Que venga Olmos”, suele repetir Cristina cada vez que tiene una inquietud sobre cuestiones gubernamentales. Por todas estas cuestiones es que el presidente decidió no ponerlo como jefe de Gabinete y nombrar a Agustín Rossi como sucesor del tucumano.

“Alberto lo necesita como número dos y no exponerlo en un cargo con mayor visibilidad. A Olmos le encanta trabajar como ahora, sin repercusión mediática, atajando penales”, comenta un funcionario que conoce muy bien a ambos protagonistas. El presidente espera que forme un tándem eficiente con Agustín Rossi para poder blindar a la gestión de gobierno en la última etapa. “Es muy pragmático, por eso se lleva bien con todo el mundo y se adapta a lo que quiere su jefe político, pese a que era uno de los impulsores de la construcción territorial del albertismo, pero supo aceptar el desinterés del presidente”, agrega la fuente gubernamental.

“El Gordo tiene un valor agregado dentro del entorno de Alberto. Es el único político profesional que es respetado, todo el mundo quiere hablar con él porque llevan años soportando el amateurismo de Santiago Cafiero o Julio Vitobello, quienes no le llegan ni a los tobillos”, agrega un diputado que se maneja como pez en el agua en el universo albertista. Nunca fue kirchnerista, pero lleva años conviviendo con La Cámpora en la conducción del PJ porteño junto a su viejo amigo Víctor Santa María.

Su trayectoria y perfil político responde más a un peronista clásico formado en el PJ porteño. Amigo del Papa Francisco, quien lo bautizó y casó a sus padres como cuenta Pablo De León en el diario Clarín. También supo construir vínculos con el mundo sindical y sobre todo primero se recibió de operador judicial en CABA, de ahí sus excelentes vínculos con Angelici y la familia Mahiques. También frecuenta a jueces y fiscales como buen conocedor de los entresijos del Poder Judicial.

Alberto “Beto” Valdez