El fenómeno político en democracia pasa por convencer, y esto genera, a veces, el milagro del “gobierno”. Algo, que era imposible en términos individuales se da porque “al creer” la gente actúa de otra manera que con la acción individual y atomística. O sea, produce acción colectiva allí donde no se la esperaba (en estas épocas de grieta, hay que aclararlo todo: no estoy diciendo que el mercado no genera un “estado de cosas”, pero no lo hace porque la gente persiga un objetivo común -todo lo contrario, son decisiones individuales que quedan en equilibrio).
Por carácter transitivo, si no se le cree a un gobierno democrático, va a tener muchas dificultades para gobernar precisamente (si no convence, puede estar tentado a pasar de la autoridad al autoritarismo para vencer). Y esta desconfianza cósmica es la que está en la base de todos los problemas de gobierno que enfrenta el Presidente. Siendo el peronismo el heredero del partido del Orden, tiene changüí en esa red de gobernabilidad que son los gobernadores y los intendentes peronistas (hasta que pasan a ser el principal problema de gobernabilidad). Lo que es lo mismo que decir que si hay ingobernabilidad en un gobierno peronista, será casi con seguridad un producto “endógeno” a su coalición política -de allí que fuera tan preocupante el motín policial de los “pitufos” de la policía bonaerense, ligados a ciertos intendentes, barones del conurbano-.
El fenómeno de la diferencia entre el dólar oficial y el dólar blue es obviamente un fenómeno de confianza. Y en este caso, de una doble desconfianza:
- 1) la balanza comercial es superavitaria, pero los dólares no aparecen porque los que tienen que liquidar la cosecha no quieren hacerlo a un dólar que es la mitad del dólar “no oficial”.
- 2) la desconfianza del público en general, que siempre que puede deshacerse de pesos y comprar lo hace, y ahora con muchísimas más razones, porque cunde la desconfianza de lo que pueda pasar con la Argentina en el futuro próximo.
Y aquí se da una paradoja enorme, porque mientras una porción muy importante de la población no cree en el discurso del gobierno -¿debiera llamarlo relato?-, pareciera ser que el oficialismo y sus simpatizantes son los únicos que se lo creen.
Ejemplo, el del neoliberalismo, que el presidente lo usa como etiqueta de una ideología profesada por el Gobierno de CAMBIEMOS que “destruyó” un país, lo contagió de egoísmo, hedonismo, consumismo, mercado, etc. etc. Frente a ese supuesto neo liberalismo, el gobierno pensó que, basta hacer profesión de fe en un relato en sus antípodas para tener éxito. Y realiza una operación del tipo de la que denunció en su momento el sociólogo francés Raymond Aron respecto a los comunistas, que, a la hora de criticar a los Estados Unidos, lo hacían comparando la situación real de los estadounidenses con las promesas comunistas. Aron, reclamaba que se comparasen realidad con realidad (en este caso, las democracias occidentales con el régimen soviético) o ideas con ideas, pero nunca lo existente contra lo prometido.
Entonces, el Presidente clama que durante el gobierno de Macri, aumentó la pobreza, la desocupación, la caída de la producción industrial (todas cosas ciertas), estado concreto que define como producto del neo-liberalismo, y allí inmediatamente dice que su gobierno vino a eliminar la pobreza, la desocupación, a aumentar la producción industrial. Lo cierto es que tener un país parado varios meses tiene consecuencias mucho peores que cualquier política errada (en números, Macri devolvió el país con un 5% menos del PBI que le entregó CFK en el 2015. Ahora, se estima que la economía en este año tremendo va a caer 12% cuanto menos. Obviamente, aquí se juntan las morbilidades que arrastra la Argentina, con la herencia kirchnerista, la herencia macrista, con los problemas tremendos que ha ocasionado la pandemia, y la mala praxis del gobierno.
Sinceramente, el gobierno no puede sorprenderse de que el dólar blue se le haya ido al diablo. Tuvo el alerta del mercado en fecha tan reciente como cuando ganó en las PASO (más allá de si Macri lo dejó deslizarse). Lo que siguió fue una suerte de galimatías histérico, en donde el Presidente Alberto Fernández se desdecía de lo que había dicho antes el ciudadano Alberto Fernández, para con algunos gestos prepotentes disimular la impotencia de no ir hacía ningún lado.
Estamos ante una verdadera Presidencia Cuántica, donde prima el principio de incertidumbre de los Fernández, y donde se superponen estados, y así tenemos una (NO) Cuarentena, en una (NO) crisis sanitaria y una (NO) crisis económica, y consecuentemente, un (NO) Plan de Gobierno. Y hasta el Partido del Orden convive con el Partido que quiere fundar el Orden Nuevo. Y al todo quedar en la calma chicha de los antónimos, los uno que emerge de todo eso es Des Orden.
Luis Tonelli