Con la pandemia del COVID 19 estamos viviendo el cuarto y único ataque a la globalización que no se inició en los Estados Unidos, sino que tuvo su origen en China, aunque al poco tiempo se convirtió en un problema global del cual todavía no se tiene una solución clara. Epidemia que ha generado una verdadera crisis perfecta, impactando en todas las dimensiones de la vida global, social y personal y causando asi una situación de zozobra a nivel mundial. El comienzo de la vacunación en varios países ha despertado una esperanza de dejar atrás la pesadilla pandémica, aunque la inmunidad a nivel global puede llevar tiempo, y aparecer nuevas complicaciones.
Y en el medio entonces de estas incertidumbres globalizadas, el gobierno argentino, en vez de tratar de aminorarlas en algo, hace un esfuerzo titánico sorprendente para aumentarlas, como si llevara una estrategia de eliminar la incertidumbre por saturación de lo absurdo. Afirmaciones importantes que resultan desmentidas livianamente sin siquiera producir sonrojas en los funcionarios que se contradicen a si mismo, empezando por el campeón de la autodesmentida, el señor Presidente Alberto Fernández. Marchas, contra marchas y especialmente, una parálisis gubernativa en las que muchos Ministerios parecen haber tomado la cuarentena total de las actividades de sus dependencias como el único hito de su gestión en el 2020.
Pocos países en el mundo han salido airosos de la catástrofe del COVID 19 (y este seguramente es el hecho sumado a la Grieta donde cada uno defiende su postura, sin importar los resultados o siquiera la verdad, la que permite al gobierno seguir teniendo números sorprendentes en las encuestas de opinión pública.
Es que la pandemia ha destruido también los “instrumentos” de evaluación de las acciones gubernativas: se trata de una situación inédita.
Luis Tonelli