Uno de los fundamentos del proyecto que se convirtió en ley establece que se procura "conservar el predio como refugio de la memoria de lo ocurrido el 30 de diciembre del 2004, un espacio social donde circule la memoria colectiva y ayude a que las víctimas no se aíslen en un reclamo individual”. Lamentablemente, un proyecto que contó con el consenso de todos los bloques fue, como es habitual, desnaturalizado por el kirchnerismo.
Sobre el final del debate, la diputada del frente de todos Paula Penacca vinculó las muertes de Cromañón a los sucesos de diciembre de 2001: "También esta es una Argentina que estamos tratando de levantar, porque hace algunos años ganó un Gobierno con un modelo económico neoliberal que también expulsó a la juventud”.
Para un turista desprevenido, entonces, quedaría la percepción de que esa tragedia fue responsabilidad de quienes gobernaban en 2001, bajo la presidencia de Fernando de la Rúa o de sus continuadores "neoliberales", Eduardo Duhalde y Néstor Carlos Kirchner.
Pero sucede que el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2004 era Aníbal Ibarra, ostensiblemente apoyado por el presidente de la nación que era, repito, Néstor Kirchner. Bien le respondió a la diputada Penacca el presidente del bloque de PRO, el diputado nacional Cristian Ritondo: “A los pibes no los mató el neoliberalismo, los mató la corrupción de Ibarra”.
"Neoliberalismo", en el lenguaje kirchnerista, puede significar cualquier cosa. No es una calificación ideológica, sino un insulto. No está de más recordar que los Kirchner fueron entusiastas adherentes al experimento más neoliberal de la historia argentina, el de los gobiernos de Carlos Menem. Cromañón fue el producto de la falta de diligencia, por decir lo menos, del Gobierno de Aníbal Ibarra en controlar establecimientos que todo indicaba que podían generar hechos de enorme riesgo y peligro. Si bien la Justicia lo absolvió de la comisión de delitos, por falta de pruebas contundentes, su responsabilidad política fue clara. Así lo entendió la legislatura porteña al removerlo de su cargo mediante el juicio político.
Como legislador porteño, me cupo la tarea de fundamentar esa responsabilidad ante la sala juzgadora, en mi rol de fiscal, función que me encomendara la sala acusadora. Pero ahora, contra toda la evidencia histórica, el kirchnerismo quiere apropiarse de la memoria de Cromañón. Por estos días, también se quiere apropiar, con igual cinismo, de otra memoria: la del juicio a las juntas militares por la represión ilegal cometida durante la última dictadura. Cuando se estrenó la película "Argentina 1985" los dirigentes de ese sector mantuvieron silencio por un par de semanas. Luego parece que les llegó la orden de arriba y todos salieron a decir lo mismo, a expresar elogios desmedidos y a intentar capitalizar los réditos de la popularidad de esa obra.
Pero la falsedad de esos gestos es notoria. El peronismo nada tuvo que ver con tales juicios. Al contrario, su candidato en las elecciones presidenciales de 1983, Ítalo Argentino Luder, había señalado enfáticamente que aceptaba la autoamnistía decretada por los militares. Fue el presidente Raúl Alfonsín quien promovió su nulidad y el juicio no sólo a las juntas militares sino también a los montoneros. A todos los indultó después otro peronista, Carlos Menem. El peronismo tampoco quiso integrar la Conadep. Su indiferencia hacia los derechos humanos fue una constante en su historia.
El kirchnerismo no se apropia sólo de los bolsos y de los recursos públicos. También quiere ser el dueño de la memoria de los argentinos. No es un ejercicio retrospectivo, sino muy actual, salirle al cruce. Con relatos falsos no se construye un futuro de democracia, libertad y progreso.
Dr. Jorge R. Enríquez
Presidente Asociación Civil JUSTA CAUSA
Twitter: @enriquezjorge
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