En especial, los sindicatos y, en los últimos años, parte de los movimientos sociales. Lo que se pretende decir, en verdad, es que el peronismo, cuando no gobierna, puede condicionar la gestión del partido que lo haga. En el fondo, eso es lo que sostuvo Aníbal Fernández cuando pronosticó que en un eventual gobierno de Juntos por el Cambio habrá “sangre y muertos”. En rigor, más que un pronóstico es una amenaza.
El kirchnerismo anuncia, para quien lo quiera escuchar, que hará lo posible por erosionar la gobernabilidad de quienes lo sucedan. Por las buenas o por las malas. Ya nos avisa que ese gobierno será ilegítimo porque no representará al “verdadero pueblo”. Lo mismo que hicieron a partir del 10 de diciembre de 2015, cuando desconocieron la legitimidad de la presidencia de Mauricio Macri.
La única fuerza política que supuestamente puede gobernar a la Argentina nos ha arrojado a esta realidad lacerante de una inflación superior al cien por ciento, bajo la batuta del “superministro 7,7” Sergio Massa, con el agravante de que en el rubro alimentos y bebidas el incremento de los precios es mucho mayor. Eso impacta directamente en el índice de pobreza, ya que la canasta familiar de los sectores más pobres se conforma casi íntegramente con productos alimenticios.
En otras palabras, los que saben gobernar y representan, según ellos, a los más necesitados, son los que los condenan a la marginalidad y la desesperación. Si esto no fuera indignante de por sí, alcanza un nivel increíble de desvergüenza en las declaraciones de la portavoz presidencial, la señora Gabriela Cerrutti, que atribuye la inflación argentina a la guerra provocada por la invasión de Ucrania, un efecto muy llamativo, ya que pareciera que los misiles lanzados por Rusia han desviado su trayectoria y caído justo en nuestro país.
Somos víctimas de una maldición que no sufre la enorme mayoría de los países del mundo, empezando por nuestros vecinos, que disfrutan de tasas de incremento de precios de alrededor de un décimo, en el peor de los casos, de las nuestras. En este contexto tan lamentable, es bueno advertir un gesto de notorio republicanismo realizado por Patricia Bullrich, quien renunció a la presidencia del PRO para que nadie pudiera pensar que iba a utilizar esa posición en beneficio de su candidatura presidencial. Necesitamos ideas claras, coraje, decisión, en el marco de instituciones fuertes y ejemplares.
Hay salida: es el Estado de Derecho. La democracia republicana no es sinónimo de debilidad. Que vayan quienes ya están juntando las piedras que nos van a tirar.
Dr. Jorge R. Enríquez
Presidente de la Asociación Civil JUSTA CAUSA
Twitter: @enriquezjorge
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