Miércoles, 09 Noviembre 2022 10:23

¿Volveremos a ser felices? - Por Carlos Berro Madero

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“RECUPERO: palabra escasamente exquisita, vinculada a tripas y otros desechos de carnicería, cuando no a las finanzas y la usura. Las bocas exquisitas no la eluden.”
-Adolfo Bioy Casares, Diccionario del Argentino Exquisito

Que la Vicepresidente se anime a invocar el “recupero” de tiempos mejores donde todos vivíamos la alegría y la felicidad que nos proporcionaron con su difunto marido, suena como un despropósito de magnitud frente a la trágica realidad de hoy. 

El cambiante relato que ha venido emperifollando, con la colaboración de ciertas huestes con mentalidad pigmea, ha pasado por los contenidos de sucesivos mensajes retorcidos y esencialmente falsos.

Solo resalta en su historia personal un hecho doloroso para nosotros: con su difunto esposo Néstor se hicieron ricos a costillas del Estado, ocultando su fortuna y la de sus adláteres con impudicia, mientras peroraban desde tribunas preparadas “ad hoc” para terminar creando problemas nuevos… donde no había ninguno.

Cuesta creer que haya aún gente cándida que le crea algo a una mujer que se está enfrentando a su peor hora: la clara evidencia de que es muy débil, aunque intente disimularlo, y mucho más “liviana” conceptualmente que lo que se espera de un líder político supuestamente instruido.

Si pudiéramos aplaudir sus actos como si hubiese llegado el fin de la obra, probablemente seríamos más condescendientes con ella, porque podríamos entretenernos analizando sus

distintas “actuaciones” arrellanados en un sillón tomando un café, sin la pesadilla de asistir una y otra vez a una obligada repetición de la misma, sufriendo nuevamente el eco de desvaríos, semejantes a los del Rey desnudo de la fábula; porque a ella tampoco se animan a decirle, según parece, que va por la vida como Dios la trajo al mundo, creyendo que viste un ropaje pseudo intelectual que le presta una apariencia majestuosa.

Lo que está a la vista es que cumple a la perfección con la regla de oro del revolucionario utópico, que suele reponer “hombres nuevos” a su servicio después de cada fracaso, para que sigan ejecutando ciertos planes “profilácticos” con olor a naftalina.

Para ella, las circunstancias más trascendentales de este mundo son las que rodean sus intereses personales, sin haber logrado jamás el armado de una tropa ejecutiva que poseyese un mínimo de efectividad “conducente”. Porque todos, desde Boudou hasta Kicillof y de Alberto hasta Sergio Massa terminan chocando contra algo imposible de lograr: que la realidad termine rendida a sus pies.

El influjo de sus circunloquios “exquisitos”, solo alcanzó en realidad para robarnos la libertad y la alegría, que ahora viene a decirnos, ¡oh ironía!, que fueron virtudes del inicio de su carrera política.

¿Cómo es posible creer en esto hoy día, viendo grandes franjas de la sociedad donde los ciudadanos no tienen trabajo digno, comen solamente tres veces a la semana y son asaltados por delincuentes en las puertas de sus casas?

Su “ingeniería social” ha sido decepcionante y los mecanismos utilizados para producir una eventual metamorfosis han tenido atroces resultados, que hoy la mueven, en represalia, a castigarnos con discursos flamígeros por no haber comprendido lo excelso de sus virtudes con peso suficiente para cambiar… absolutamente nada.

Seguramente ignora los dichos de Fernando Savater cuando sostiene que la tarea de quienes desean transformar positivamente a la sociedad no consiste en reinventar a los hombres, sino en estimular a los mejores, RESPETANDO LA DIGNIDAD DE TODOS.

A buen entendedor, pocas palabras.

Carlos Berro Madero

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