Opinión

 

Una sociedad democrática que merezca ese nombre es aquella en la que todos los temas relacionados con la convivencia y la calidad de vida pueden debatirse pacíficamente y de acuerdo a reglas de juego previamente establecidas. No hay sociedad democrática sin esta deliberación pacífica.

 

 

Cuando un país necesita salir adelante produciendo una mayor cantidad de bienes y servicios que abastezcan sus necesidades esenciales, debería apelar a la racionalidad y no a la búsqueda cuasi romántica de una “identidad cultural”; entelequia muy en boga en estos días, que ha sumergido a nuestra sociedad en vagas disquisiciones sobre lo que supuestamente “se debe” o “no se debe ser” para lograr lo antedicho.

 

 

Es fácil acusar de incompetencia a los políticos, de egoísmo a los empresarios, de obcecación a los sindicalistas, de soberbia a los intelectuales... Pero ¿cómo recuperar la confianza en la moneda, en los políticos y en la propia Argentina?

 

 

Durante julio, el líder camionero Hugo Moyano siguió siendo el eje el ámbito sindical, como viene sucediendo en los meses precedentes.

 

 

Reformar las Fuerzas Armadas es una de las tantas tareas o asignaturas pendientes de la democracia. El debate está abierto y está bien que así sea.

 

 

A Macri no le será nada fácil convencer al resto de la sociedad de que, a pesar de la “tormenta”, “el rumbo” que ha elegido es el único sensato y que sería una locura probar suerte con otro.

 

 

Al menos dentro del ámbito de la política oficialista, ha finalizado ese delirio de explicar todo por el “relato”, esa especie de ficción macaneadora que luego de tanto machaque e insistencia logró (al menos para sus fieles) que se creyera más en la veracidad de lo virtual que de lo real (igual que en “Ready Player One”, la última película de Steven Spielberg).

 

 

Un consultor bilingüe que cobra por divulgar como ciertas leyendas urbanas de la política, por revelar conjuras que jamás suceden y por susurrar profecías que rara vez se cumplen, les viene asegurando en reuniones privadas a empresarios y gerentes que finalmente se verifica la cruda, pero fatal sospecha: solo el peronismo puede gobernar la Argentina.

 

 

¿Tenemos Fuerzas Armadas o sólo son la carcasa de debilidades desarmadas? Lo segundo, es más exacto. Pero hay 70.000 personas que están dentro de estas Fuerzas. Ganan poco y no tienen una función clara.

 

 

"Los hombres se cansan de su propio entusiasmo".
-Hilaire Belloc

 

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